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Ruggero: ¿Puedo hablar con usted un segundo?

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Ruggero: ¿Puedo hablar con usted un segundo?

Doctor: Claro.

Karol: No le dirás que lo tenga normal.

Ruggero: No era eso lo que iba a decirle.

Karol: ¿Y entonces por qué no se lo dices frente a mí? No hay nada que pensar, doctor. Hágame la cesárea.

Ruggero: No puedes decidir eso tú sola, no soportarás la anestesia.

Karol: No le tengo miedo a nada, menos a la muerte.

Ruggero: ¡No vuelvas a decir eso! Si te pasa algo yo me mato y nuestros bebés quedarían solos.

Karol: ¡Y me acusabas a mí de egoísta! ¡Óyete nada más! ¿Qué a caso no los amas?

Ruggero: Claro que los amo, demasiado... Pero podemos tener más hijos después pero otra como tú no voy a encontrar nunca.

Karol: Pues busca bien, pero no pondré en riesgo la vida de mis bebés.

Ruggero: No me hagas estar aquí cuando te anestesien.

Karol: Entonces vete, no te necesito.

Ruggero: No me hagas esto —decía con los ojos llenos de lágrimas.

Doctor: Los dejaré solos —se fue.

Ruggero: Considéralo... ¿Qué pasará con Carolina, tus padres?

Karol: Como tú mismo me dijiste hace cuatro meses, debo despegarme de ellos y pensar en mi propia familia antes que en los demás.

Ruggero: Yo también soy tu familia, piensa en mí.

Karol: Ambos dejemos de pensar en nosotros mismos y pensemos en nuestros bebés.

Ruggero: Hay probabilidades de que sobrevivan si los tienes normal.

Karol: Pero hay más si me hacen la cesárea. Es mejor salvar dos vidas que amo que la mía que es una sola.

Ruggero: Tú eres mi razón de vivir.

Karol: Yo ya te estoy dando dos más.

Ruggero: No apoyo tu decisión.

Karol: Eso no me importa, quien los va a tener soy yo, no tú, tal vez me separaste las piernas para hacerlos pero no me las vas a separar para sacarlos.

Ruggero: Pues no cuentes con mi presencia, eres una suicida —dió un portazo y salió.

Moría con la idea de que tal vez iba a ser mi último día en el mundo y no iba a poder ver por última vez el rostro de Ruggero, daba la vida por las personas que amaba y no me arrepentía de ello, peor siquiera quería que lo último que viese fuera el rostro de Ruggero. El doctor entró.

Niña Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora