Las fiestas, la ropa, los chicos, la fama, el dinero, la posición social y todos los demás placeres de los que puedo gozar. A mis cortos 16 años he vivido muchas cosas, nada malas por suerte. Padres millonarios y viviendo la vida que me merezco. Me...
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Karol: Como escuchaste. Tu querida mami ya sabe que me dejaste —hice un sonido presionando mis labios—. Hasta donde ni el jabón me limpia.
Ruggero: ¡No puede ser! —se levantó—. Tú no tienes los resultados.
Karol: Cuando salí huyendo fui a la clínica por una copia, se la mandé por fax a ambos internados marcando como urgente igual que a mi papá... ¡Ah! Se me olvido al noticiero, pero no te preocupes que mañana lo hago.
Ruggero: ¡No! ¡Esto no puede ser! Mi madre no se puede dar cuenta.
Karol: Ruggero, un hijo no se niega y además tarde o temprano se iba a dar cuenta.
Ruggero: ¿No entiendes la gravedad del asunto? ¡Tú no estás embarazada!
Karol: ¿De qué hablas? La prueba decía...
Ruggero: ¡La prueba es falsa! Le pagué al hombre para que fingiera que saliste embarazada.
Karol: ¡¡Qué!! ¿Por qué lo hiciste?
Ruggero: Por haberme engañado tú primero, para que supieras lo que se siente... Pero lo arruinaste todo al decirle a nuestros padres. ¡Me matarán!
Karol: ¡¡Entonces no andes haciendo idioteces!! ¿Cómo se te ocurre hacerme una broma a mí? Eso es suicidio.
Ruggero: ¡Pero cómo se te ocurrió decirle algo así sin contarme!
Karol: ¿Qué querías que hiciera? Yo creí que no te habías protegido.
Ruggero: ¿Qué no me había protegido? ¿Tan imbécil me crees?
“Lo suficiente para creerte esto”, pensé.
Karol: ¡Es que eres un idiota, eso te pasa por ponerte a jugar a las bromas con una niña!
Ruggero: Debo llamar a mi madre.
Karol: Hazlo.
Ruggero tomó su teléfono y marcó.
Ruggero: Hola, mamá. ¿Cómo estás? ¿Ya leíste los faxs?... Mamá, necesito explicarte, lo que leíste no es cierto, Karol no está embarazada, nunca lo estuvo. Lamento en serio haber tenido relaciones con ella pero no está emba...
Karol: ¡Ah, olvidaba una cosa! Lo del fax es una broma también —sonreí, Ruggero quedó paralizado, el teléfono resbaló por su mejilla y cayó al suelo, yo alcé una de mis cejas.
Ruggero: ¡¡Voy a matarte!! —se lanzó sobre mí.
Karol: ¡Ruggero, no! ¡No abuses de mí! ¡Auxilio! —no había cortado el teléfono, su madre seguía escuchando.
