Las 4 flores sagradas del imperio (parte 10)

24 3 0
                                    

-Pase- dijo la anciana mujer de cabello lilas alejando su vista de sus papeles por un momento. Miyo ingresó.

- Disculpe la tardanza, Lady Quinella, no volverá a pasar. 

Quinella suspiró. - Miyo, ¿Viniste corriendo desde donde estabas? - Y posó su mirada en su alumna.

L-Lo siento - dijo Miyo entre jadeos mientras trataba de recuperar el aire que había perdido al correr aproximadamente 10 pisos arriba desde la biblioteca y cargando una maleta que contenía libros, pergaminos, etc. La respuesta de su maestra no se hizo esperar. 

- No pasa nada. - dijo con voz tranquila desde un escritorio blanco y elegante hecho especialmente para ella hacía una buena cantidad de años. - Seré breve. No es necesario que te quedes hasta tarde como siempre. 

- Está bien. - contestó Miyo.

- Antes que nada, ¿Por qué no viniste hoy? - el tono que Quinella usó no era descortés o altivo en esta ocasión, a ella no le molestaba la falta de Miyo, solo la inquietaba.

- Lo siento, Lady Quinella, me quedé estudiando después del horario.

Miyo terminó de decir esto con una expresión que revelaba un poco de vergüenza. Lady Quinella no se inmutó, se levantó del escritorio, acomodó unos papeles y dijo

- ¿De qué se trata?

- Historia del imperio humano. - contestó Miyo sin vacilar.

- Puedo ayudarte con eso - dijo la anciana mujer mientras tomaba un libro entre sus manos y se acercaba a Miyo lentamente. Su larga túnica, que era en su mayoría blanca, con algunos detalles lilas, al igual que su cabello y sus ojos, ondeaba majestuosamente a cada paso. 

- Puedes quedarte y resolveremos ese tema, si quieres. 

- Se lo agradecería mucho. - Miyo sonrió.

Lady Quinella ahora estaba de pie frente a Miyo. Miyo vio como su maestra le acercó un libro. Pronto recibió una explicación para eso. 

- Mañana haremos una práctica de campo. - Miyo tomó el libro entre sus manos - Estudiaremos a las 4 flores sagradas del imperio y ... a la flor divina. 

Miyo no pudo evitar emocionarse. En todo el imperio humano, de entre todas las flores que existen, resaltan 4.... bueno, 5, resaltan 5. Las 4 flores sagradas del imperio se distinguen de entre las demás porque estas pueden almacenar energía sagrada de alta pureza. Estas son: las anémonas, las caléndulas, las dalias y las catleyas. Sin embargo, la rosas, la denominada "flor divina", está por encima de estas 4. Incluso los nobles de alto rango... no, incluso las familias imperiales tienen prohibido cultivarlas. Solo crecen en la Catedral Central.

A Miyo nunca se le había cruzado por la cabeza ir a visitar el jardín de rosas de Catedral durante los dos años que llevaba como monja. Se preguntó el por qué. Pero esto no importaba, pues la tenue y clara, que a veces podía llegar a ser autoritaria, voz de su maestra, interrumpió su corriente de pensamiento. 

- A partir de ahora, empezaremos a estudiar artes sagradas de mayor complejidad, por lo que será de mucha ayuda que domines el uso de las flores sagradas.

- Entiendo. - dijo Miyo mientras asentía. 

- Ya arreglé tu horario, espérame en el primer piso de la Catedral. Ah, ese libro que te di, puedes llevártelo. Es una excepción a la regla de que no puedes llevarte nada de esta habitación. Y también puedes contarle a tus compañeras sobre esta excursión, si quieres, no es algo que debamos mantener en secreto. 

- Está bien. ¿A qué hora nos encontramos? 

- A las 10, enviaré a la superiora a que te llame, ella te tendrá una maleta con todo lo que necesites.

- Entiendo. Eh... sobre lo que usted dijo...

- ¿De ayudarte a estudiar? Claro, no hay problema. 

Ambas se sentaron a la mesa circular que estaba disponible para ambas. Lady Quinella llamó a un sirviente, quien le avisó a la superiora que Miyo regresaría tarde esa noche, máximo a las 8 o 9...

El cuento de la novicia y la sacerdotisa (fanfic Underworld)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora