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19/08/1997

Te subes la bragueta del pantalón mientras observas a tu madre en brazos de aquel hombre. Ella rodea su cuello, con una mirada de adoración que ni a ti ni a tu hermana les ha dirigido jamás en la vida. No que lo recuerdes, al menos. El beso es incómodo. Si te lo preguntan, resulta con certeza asqueroso. Antes de marcharse, el tipo paga sus servicios con la tan anhelada bolsa blanca, que ella coge devota; religiosa. Después la cuchara, la jeringa... lo sabes, bajo la luz fría del amanecer. Mientras tanto, el cadáver casi fresco reposa sobre el sofá. Nadie preparará el desayuno; nadie te dará la bendición al partir. No, hoy tampoco. Y, sin embargo, lo que más te molesta es portar un pantalón escolar que muestra tus tobillos y que aprieta. Es el mismo que usabas la última vez que cursaste el segundo año ¿no es así? Miras a Martina, con una mancha de sangre en el reverso de su falda. "¿Se me nota mucho?" se atreve a inquirir, la muy estúpida. Pues sí, claro que sí. Mamá pasa como fantasma a su alcoba, sin pronunciar palabra.

¿En verdad iremos a la escuela?

Sí ¿no? Quedamos que hoy sí.

Caminas a su lado por el muelle. La luz del sol comienza a ser molesta, tan hermosa. El viento acaricia tus brazos, pues has perdido el suéter. O quizás te lo robaron ¿qué más da? Martina porta el suyo amarrado a la cintura, como si nadie se enterara del motivo. Tu estómago ruge al ritmo de las aguas medio turbias. Juras que el olor salino un día te volverá loco.

Tengo hambre.

Yo también. Vamos por algo.

Compran una bebida energética, un paquete de donas sintéticas, una bolsa de frituras. Tú, al menos, comes más pan y menos papa.

¿En verdad, en verdad, en verdad iremos a la escuela?

... Está bien, tú ganas, pero mañana sí, menso, que nos expulsan.

Entonces corretean en los columpios del parque, la resbaladilla, y terminan salpicándose en la fuente. Después visitan a Raúl contra tu voluntad, pues es un vago que sólo juega con el corazón de tu hermana. Encerrados en un cuartucho apestoso, los seis que se han reunido esta mañana fuman. Algunos son mayores, por eso consiguen tan fácil el tabaco. Ellos hablan, hablan, tú miras mareado al techo. Por lo menos una canción de los Cardigans suena en la radio. Cierras los ojos. Aquella voz ¿no seria lindísimo poseerla y cantar en un bar tan glamurosa? Brillante, con bisutería barata, una estola de plumas rosadas... un público que te aclama. Nena. Sí, Nena es perfecta para aquel nombre inventado con que te ha bautizado tu madre la drogada. Nena de Nenúfar. Una flor que flota en el agua.

La mano sobre tu muslo te devuelve a la realidad. Abres los ojos. Nadie se percata de este gesto porque todos están muy ocupados respondiendo el test bobalicón de una revista para adolescentes. Por primera vez, tienes miedo. Él sonríe, fumando. Miras con insistencia a Martina, quien no se da por enterada de cómo Raúl desliza una mano grande, áspera, desde la rodilla hasta tu sexo... te paraliza.

Está en el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora