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15/01/1999

Las manos de Chava son tan suaves, tan amables, a pesar de la sangre que escurre de ellas. Observas su manzana de Adán remarcada bajo la piel blanca, los labios inyectados en carmín, su mirada medio asiática, medio europea, fija en el polvo que esparce por tu rostro. Se muerde, tú te sonrojas y desvías la mirada, avergonzada por los sentimientos crecientes en tu alma. La noche es fría. Ambos se encuentran en su departamento de temporada; él nunca renta más de diez días el mismo sitio. Y aún mientras lo hace, en ocasiones pernocta contigo, o con él, o con cualquier amante ocasional. Hombres y mujeres que selecciona cuidadosamente porque no puede darse el lujo de dormir sólo con quien despierte su deseo, sino con apariencias que verifique inofensivas. Te concentras en ello con los ojos cerrados, en los celos impotentes de quererlo, mientras su brocha se desliza en tonos violáceos por tus párpados... colores violentos, sus favoritos. Deberías sentirte agradecida. Todo tu atuendo es suyo; el pantalón de cuero, la camisa de tirantes, las botas rojas de tacón, el enorme abrigo de piel sintética que te eleva a la posición de diva. La reina que siempre deseaste ser. De pronto, tocan a la puerta. Chava atiende. Es aquel hombre, su jefe, quien entra como en su casa, se tira desgarbado sobre el sofá, cruza la pierna y enciende un cigarro. Apenas saludas con tu diestra. La atmósfera se torna incómoda con su mirada cínica deslizándose por sus cuerpos; primero tu amigo, después tú.

Esa ropa es tuya.

Sí, yo se la presté.

Hace tiempo que no te vistes.

No he hallado la ocasión.

Hazlo hoy. Yo aquí estoy.

No, tú ya no me motivas. Verzeihung, Liebling.

[Ríen como navajas. Tú permaneces en silencio, seria.]

¿A qué juegan?

Arreglo a Nena para su chamba.

¿Volviste al talón?

[Incluso si la pregunta vuela directamente hacia ti, Chava responde.]

Sip.

¿Y por qué tan lujosa?

Le digo que pruebe suerte en el Flamingo's, ahí sólo va gente pudiente. Hoy las chicas entran gratis.

¿Y sí lo dejarán?

Claro. Nena es mi obra de arte, con esa cara de ángel exterminador cómo no.

Si no igual puede pararse afuera. Hoy sí te rifaste, Liebling.

Yo siempre. Soy el mejor en-to-do.

[Delinea tus labios con especial atención. Su aliento acaricia tu lengua. Dulce, cereza, caramelo. Una vez ha terminado, coloca un pasador de falsa pedrería en tu cabello y sus lentes de marco rojo en forma de corazón. Las manos son maternales, como las de Martina; desearías recorrer su palma con tu lengua, suplicar piedad. Pero ahí estás. Eres una puta de lujo para clientes de lujo. Tú, que no mereces nada. Chava se ofrece a acompañarte, pero lo niegas. No deseas importunar, en el fondo, un poco molesta. Quizás herida. Te despides tal como saludaste. Resistes el llanto en el frío de la noche, cubierta por un abrigo bañado en perfume ajeno. Algo prestado, algo azul. Ya anhelas desnudarte. Incluso si sólo tratan negocios, prefieres perderte en la oscuridad antes que escucharlos un segundo más. No debes llorar. Anda, alguien se acerca, sonríe. De igual forma, hoy perteneces al mejor postor. Y piensas en Jacinto mientras te cogen.]

Está en el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora