Prólogo

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El horizonte de este mundo dividía perfectamente en una gran barrera casi inquebrantable al bien y al mal, a la luz y la oscuridad. Estos contrastes eran regidos y controlados por dos tipos de criaturas mágicas: los ángeles y los demonios. El señor de los demonios, Park Jung Min, nunca guardó una buena relación con su contrario, el ángel Kim Hyung Jun y siempre pelearon por conquistar sus territorios. Sin embargo, tras luchas inacabables durante miles de años, estos dos gobernadores deciden retirarse de sus cargos y dejárselos a sus hijos mayores quienes eran reconocidos por su belleza, sabiduría y fortaleza en las batallas.

De inmediato, prepararon un juramento en cada reino.

—Yo, Heo Young Saeng, hijo de Kim Hyung Jun, prometo que el reino de los ángeles jamás será ocupado bajo ningún concepto por alguna presencia maligna, gobernar con sabiduría y mantener la paz y la pureza sobre nuestras tierras.

Al otro lado la barrera… mmm, no ocurría igual. El joven príncipe al ponerse frente a todos sus súbditos leyó en voz baja el juramento y estando en desacuerdo miró a su padre asegurándose de no ser visto y lanzó un pequeño hechizo con su dedo índice para que su compromiso quedara a conveniencia.

—Yo, Kim Hyun Joong, hijo del gran… —Se quedó en silencio. Lanzó otro hechizo— hijo del animal jubilado Park Jung Min…—Todos contuvieron el aire para no reírse— Prometo que la guerra terminará y gobernaré expandiendo la felicidad y la esperanza en nuestras tierras. Prometo tomar la mano del nuevo rey ángel, Heo Young Saeng, amarlo con toda mi diabólica alma; ser su mejor amigo, confidente, compañero de copas, su amante y hasta su saco de boxeo favorito si así desea. Y será así, porque si vale la pena volverse loco de amor por alguien, es por Young Saeng. Lo amo. Gracias.

Hay un momento de silencio mientras todos lo miran con desconcierto, principalmente su padre, muy furioso, quien chasquea los dedos y hace que se teletransporten al cuarto del muchacho en la alta torre del castillo de los demonios.

—¡¿Sabes lo que acabas de hacer Hyun Joong?! ¡¿Lo sabes?! ¿Cómo pudiste cambiar el juramento?

—Papá, yo jamás prometería cortarle la cabeza de Young Saeng ¡Jamás!

—¿Y profesar tu amor fue una buena idea? ¡Hiciste un voto de matrimonio!

—¡Pues eso quiero! Quiero casarme con Heo Young Saeng. Basta ya de batallas sin sentido por conquistar las tierras del otro. Estamos siendo peores que los mismos humanos. ¡El equilibrio entre el bien y el mal está roto por culpa de Hyung Jun y tuya!

—¿Y crees que casándote con ese angelito el equilibrio volverá?

—Sí, habrá paz. De hecho tengo un plan que le conviene a los dos reinos. Y nuestros descendientes…

—¡¿Hasta hijos?! Pero, ¿te has vuelto loco, Hyun Joong? —Asintió para sí mismo como respondiéndose esa pregunta— Ya lo estás desde hace rato —Suspiró— ¿Amas mucho a ese chico?

—Demasiado, papá.

—¿Cómo es que lo conoces? ¿Él sabe de ti?

—Lo he visto en las batallas que he estado y no… no creo que él sepa de mí

—Entonces ni siquiera sabe de tu existencia

—Eso lo puedo arreglar

Jung Min gritó, frustrado de la locura de amor adolescente de su hijo mayor. Ni siquiera habían intercambiado palabras ¡no se conocían! Y ya él estaba hablando de un matrimonio ¡con un ángel! ¿El bien y el mal juntos? ¡Eso es una aberración!

—Es una pésima idea. No te puedes casar con alguien que ni conoces y que además es del reino que más ha hecho sufrir a nuestro pueblo. Míralo desde ese lado, ¿sí? Piensa en la reacción de tu gente. ¿Crees que te tomarán en serio?

—Se sufre más por una guerra que por mejorar la mentalidad. La historia debe cambiar… yo la quiero cambiar

—Lo prohíbo completamente. Es absurdo lo que quieres hacer. Vas a reinar como han hecho tus antepasados y no quiero verme en la obligación de encerrarte en la torre. He dicho.

Caminó hasta la puerta, pero se detuvo y volvió a hablar.

—Ah, ya estoy pensando en tu castigo por llamarme animal jubilado

Finalmente se fue. Hyun Joong se dejó caer en su cama y se dedicó a pensar durante unos minutos cómo lograr el conquistar el corazón de su amado Young Saeng.

—Que me lo prohíba no significa que no pueda verlo.

-MES DESPUES-
-REINO DE LOS ANGELES, CASTILLO DEL REY-

Se escuchó una fuerte explosión en el último piso de la torre más alta del castillo. Era la habitación del nuevo señor de la pureza. El joven Hyun Joong jadeaba desde el suelo tras otro ataque de luz que le lanzó Young Saeng. Estaba severamente dañado y sus heridas no sanaban, sin embargo, eso no fue un impedimento para ponerse de pie nuevamente, aunque tambaleándose.

Young Saeng sonreía con suficiencia. —¿En serio creíste que un demonio como tú podría derrotarme? Tu ataúd debe estar esperándote. Ríndete ya

—¡Jamás! Quizás hoy me hayas ganado, pero volveré —Cerró un puño y lo puso en su pecho ante la mirada inexpresiva a Young Saeng— ¡Dalo por hecho! Lo juro por mi honor como rey de los demonios… ¡Serás mío!

Young Saeng se quedó en silencio, paralizado por semejante confesión. Sus mejillas y orejas adquirieron un tono rosa y comenzó a tartamudear.

—P-por enésima vez… —Preparó otra bola de luz en su mano— ¡¡No saldré contigo!!

La lanzó, esta vez fue mucho más grande e intensa que las anteriores y como Hyun Joong se prometió a sí mismo no atacarlo con sus poderes, solo se quedó esperando el impacto que en cuanto lo recibió salió despedido del castillo.

—¡Es un idiota! —Refunfuñó Young Saeng aun sonrojado— ¡Siempre tan lindo y seguro de sí mismo! ¡Me da asco! ¡Si cree que puede conquistarme está muy equivocado!

Serás mi reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora