Capítulo 18

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Luego de dejar a Sungmin en su casa y a los demonios en su aldea, volví al reino de los ángeles, temiendo por su vida y culpándome de lo que había hecho. Entré al castillo y mientras subía cada piso me percaté que los generales no estaban en sus puestos. Llegué al último piso y ahí estaban todos. Me vieron y su padre dio zancadas hasta estar frente a mí y me golpeó en el rostro.

—Tú… tú le hiciste eso a mi hijo —Me sacudía agarrado al cuello de la camisa

—Señor, puedo sanarlo. No podemos perder más tiempo

—¿Cómo puedo confiar en ti? —Vi sus ojos humedecerse

—Confíe en mí. Es mi propio poder, sé cómo detenerlo

Miré por detrás de Hyung Jun a los generales y muchos mantenían la cabeza agachada, menos Jae —Démosle una oportunidad. Ninguno de nuestros médicos ha podido curarlo

Hyung Jun me agarró con más fuerza. —Si le haces daño a mi hijo, no me quedaré de brazos cruzados —Asentí y me soltó

Los generales, los angeles menores, los guardias y los sirvientes se hicieron a los lados para permitirme pasar y entrar a su habitación. Todos los médicos estaban alrededor de su cama y al verme se alejaron. Lo vi. Estaba inconsciente, su piel también tenía manchas negras, sus alas ya eran inservibles, toqué su frente y tenía fiebre y en sus manos sostenía una gema blanca que poco a poco se volvía negra. ¿Por qué tenía que haber utilizado ese poder?

—¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Dos horas —Asentí. Aún queda tiempo

—¿Qué le han hecho hasta ahora?

—Hemos probado todos los hechizos de curación de los libros y esa es la segunda gema que utilizamos. La primera se contaminó rápidamente

Suspiré. —Salgan de aquí —Todos se miraron— ¡Váyanse! —Nuevamente funcionó

Retiré la gema que sostenía y comencé a hacer la poción que lo sanaría. Afortunadamente, era algo sencillo y todos los ingredientes estaban. Hago todo y en el mismo orden a como lo hacía mi maestro cuando lo revivía y para el paso final corté mi mano y la sangre derramada la vertí sobre el vaso. Se lo di de beber completamente y solo me quedaré a verlo.

-Al día siguiente-
Ahora en la mañana es que comienzo a ver una mejoría en él. El color de su piel regresó, sus alas volvieron a la normalidad y las manchas en su cuerpo desaparecieron, pero aun no despertaba.

Las puertas se abrieron y los generales y Hyung Jun entraron. —¿Cómo está?

—Ha mejorado mucho, solo tiene que despertar

—¿Te has quedado despierto toda la noche? —Asentí y de pronto sentí en mi mano que el agarre se hizo más fuerte. —¡Está despertando! —La emoción de su padre la podía sentir

Saeng abrió sus ojos con lentitud y miró hacia todas partes hasta que dio en mí y se recostó en la cama. Ahora mi mano dolía por la fuerza que ejercía.

—¡Duele!

Me acercó a él agarrándome del cuello. —¿Cuántas cosas más me ocultas? —Susurró en mi oreja y mi piel se erizó

—Es posible que ninguna de mis llamas te haga daño —También susurré

—¿Cómo?

—Debe haber intercambio de sangre mientras se tienen relaciones. —Se alejó de golpe y me miró con desconcierto. Solo me encogí de hombros y sonreí inocentemente —Suegro, como puede ver, su hijo está perfectamente bien. Sus mejillas rojas lo demuestran —Saeng se cubrió con la sábana y los demás se echaron a reír— ¿Qué hora es?

Serás mi reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora