Capítulo 8

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*HYUN JOONG*
Lanzo una bola de fuego de ida y vuelta en mis manos para tratar de calmar mi inquietud. Quería dormir, pero era imposible, mi cabeza no dejaba de pensar. Dejo de hacer ese pequeño truco y cubro mis ojos con el antebrazo derecho. Al final decidí incorporarme en la cama y dejé escapar todo el aire que contenía por dentro.

Yo solo seguí los consejos de Jae… quizás me excedí. Debo haber sido una gran molestia para el rey y por pensar solo en él herí los sentimientos de mi mejor amigo.

—Vaya idiota

Creí que lo que estaba haciendo era lo correcto. Nunca soñé con ser un héroe, sin embargo, pensé que cumplir mi objetivo traería felicidad para todos. Si me casara con el rey de los ángeles significaría el fin de la guerra, romper con la barrera que nos dividía y con el tiempo podríamos mejorar la relación entre ambos reinos. Y estando a su lado podría protegerlo de todo aquel que se atreviera a hacerle daño.

Eso pensaba, pero…

No me necesita.

Caí en la desesperación. Como estaba tan enfocado en alcanzar mi objetivo, no tuve en cuenta lo que él sentía. Terminé haciéndole daño. Fui una molestia para los generales, para Kyu y para el rey Saeng.

Le había pedido que me matara y lo hizo. No debería haberme recuperado, pero afortunadamente sigo vivo y fue gracias a una gema de resurrección de los ángeles. ¿Será que… él me salvó?

—¿Por qué lloras?

Escuché su voz detrás de mí y lentamente giré mi cabeza para verlo acostado en mi cama tomando a su antebrazo como almohada. Toqué mis mejillas y me sorprendí, lloraba ¿en qué momento salieron tantas lágrimas? Juro que la silueta de Saeng brillaba como aquel día en que pude probar sus labios. Inconscientemente, estoy cayendo nuevamente sobre la cama, sin despegar la vista de él; no quiero perderme ningún detalle. Toma mis mejillas y limpia todo rastro de lágrimas y hace un pucherito con sus labios que lo hace ver más adorable. Y si alguien me dijera que es imposible, respondería que no, Young Saeng sí puede verse aún más adorable. Me sonríe y yo agacho la mirada al sentirme avergonzado, pero vuelvo a verlo y como si estuviéramos sincronizados sonreímos.

—Saeng…

Sentí un ligero jalón en mi brazo y enseguida sus brazos me abrazaron. —No digas más

—Discúlpame —Mis lágrimas volvieron a caer— No lo haré más. Dejaré de molestarte, así que por favor… no me odies.

En la mañana desperté aferrado a mi almohada y luego de hacer mis cosas, salí con una caja por el pasillo y Kyu fue el primero en verme.

—Ey, hola

—Buen día, ¿qué haces aquí? —Hablé con demasiada calma, aunque por dentro ya estoy nervioso

—Quería ver cómo estabas. ¿Estás sacando la basura? Déjame ayudarte —La cogió sin haberle dicho algo y la llevó al cesto más cerca. La echó, la caja se abrió y vio su contenido; eran fotos, dibujos y canciones que había hecho sobre Saeng— Eh…

—Ya lo decidí. Dejaré de seguir al rey de los ángeles. Mi objetivo era poco realista y lo único que hice fue causarle problemas. Es hora de que deje de hacer tonterías

—¿Qué harás ahora?

—Supongo que hacer las cosas aburridas que hacen los reyes

—Buena suerte —Dijo sin mirarme

—Kyu… Gracias

—¿Espera qué? ¿Por qué?

—Por siempre estar ahí conmigo a pesar de todos los problemas que causé, por protegerme, por preocuparte por mí, por ser un mejor primo. De verdad te lo agradezco —Y empezó a llorar— ¡Ay, no! ¡¿Por qué eres un llorón?! ¿Es por toda la frustración acumulada?

Serás mi reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora