Capítulo 16 (Parte 2)

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—¡¿Tú?! ¿Qué haces aquí? ¿Acabas de llamarme “esposito”? —Vaya supo identificarme aun teniendo una máscara

Me gustaría usar alguna de esas frases clásicas como “Vine a detenerte”, pero…

—Ay, tonto. Solo vine a mantenerte controlado. ¡Nada más! Y sí, te dije “esposito”. ¿Cuál es el problema?

La originalidad ante todo

—¡Descarado! ¡No me importa si te ves genial con ese atuendo! ¡Lárgate de aquí!

Yo miraba a los demonios mientras Saeng no dejaba de regañarme. Creo que no hice mal en seguirlo hasta aquí. Estos demonios no son cazadores. Son ciudadanos comunes y corrientes. ¿Cómo se les ocurre invadir territorio de los ángeles? Bueno, ahora no importa eso… tengo que distraer a Saeng para que puedan escapar.

—¡Ey! ¿Me estás escuchando? ¡No me ignores! ¿Cómo hiciste para llegar hasta aquí?

—No te estoy ignorando. Sabes muy bien que siempre te dedico toda mi atención

—¡Deja de coquetear!

—Ah, en cuanto a cómo llegué aquí… corrí y salté por los árboles siguiéndolos a ustedes

Fue a golpearme y empecé a correr. —¡Acosador! ¡Entrometido! ¡Detente!

Les hice señas a los demonios. «Estoy arriesgando mi vida, así que les pido a todos que corran mientras puedan»

El líder de ellos dijo: —Parece que la pelea va a durar un rato, aprovechemos eso y continuemos con el ataque

«¡Malditos demonios ingratos! No puedo creerlo»

Saeng decidió usar sus alas y lo que hizo fue llegar a mí y morderme una oreja.

—No te muevas o te arranco la oreja —Susurró— ¿Por qué viniste, Hyun? ¿Por qué interfieres así? No me digas que viniste a defender lo indefendible solo porque son demonios como tú

—Saeng si quieres jugar a esto debes ser más suave, no es arrancarme la oreja. —Me alejé y toqué mi orejita— Lengua sí, dientes también, pero suave, por favor. Así no me quejo —Le sonreí

—¡Basta, pervertido! ¡Cochino! —Se detuvo— Me quieres provocar para distraerme mientras esos demonios escapan. Buen intento —Ahora creó cientos de espadas en cielo que apuntaban a esos demonios y las lanzó

—¡¡Young Saeng ya!! —Me puse frente a él

—Si quieres salvarlos, vas a tener que pasar sobre mí. Te dije mil veces que no vas a poder ser neutral en esta guerra. Así que elige de qué lado estás. ¿Demonios o ángeles? Tienes que decidir. —Elevó su poder al máximo y la luz que desprendía su cuerpo me quemaba. Agarró en su mano una espada cubierta de rayos eléctricos— Es claro que, si eliges quedarte con tus súbditos, vamos a tener que pelear

Me reí. —Hace mucho que no lo hacemos. ¿Es realmente necesario?

Esa espada apuntando hacia mi cuello era una amenaza pura. Estaba decidido a pelear en serio. No me quedó más remedio que crear dos espadas a base de mis llamas. Su espada se movió de una manera aterradora a través del aire y las chipas volaron cuando chocó con las mías. Ni él ni yo retrocedimos. Sentí una tremenda presión cuando una gran grieta apareció en la tierra, centrada a mí. La fuerza de su poder máximo iba a hacerme trizas dentro de poco, sin embargo, tomé aire para concentrarme y en la piel de mi brazo derecho se imprimieron tatuajes hechos de llamas negras y el suelo que él pisaba también se agrietó aunque solo un poco.

—T-tu brazo… ¿Hyun?

Sonreí. —Sigo siendo yo, tranquilo. Aunque ya no peleemos, nunca he dejado de seguir entrenando y ahora puedo controlar mis llamas negras en los brazos. Felicítame

—Bueno… la verdad es que me impresionas. Pero te falta más. ¡Y ahora borra esa sonrisa arrogante de tu rostro!

—Pero eso no es todo

Lancé una patada a su abdomen que lo hizo retroceder y con mi brazo derecho le lancé una bola de llamas negras mezcladas con las rojas de mi espada y su cuerpo comenzó a quemarse.

Eso debería bastar. Mi objetivo no es vencerlo sino salvar a la gente de la aldea. Corrí con todas mis fuerzas hacia ellos para rescatarlos, hasta que una fría bola de luz cayó en mi cabeza y rodé en el suelo del dolor.

—¿Por qué…? —No entendía

Caminó hacia mí tranquilamente y su cuerpo no reflejaba ningún daño, solo sus alas metálicas mostraban manchas negras por mis llamas.

—¿En serio creíste que me detendrías tan fácil? ¡Pelea en serio si lo vas a hacer! —Ahora hasta se ofendió. Mira que le gusta pelear

—Saeng, ¡eso no importa ahora! ¿Cómo pudiste lanzar cientos de espadas a la aldea como si nada? ¿Qué hay de tu gente?

—Yo no los dejo morir

Sentí unas ráfagas de aire desde cielo y cuando alcé mi cabeza vi a un montón de ángeles volando. —¡Ya llegamos, su majestad! —Dijo uno de ellos

—Bien hecho. Ahora rescaten a los nuestros y maten a los demonios —Echaron a correr hacia la aldea y Saeng me agarró del cuello para que no pudiera moverme

—¡No! ¡Young Saeng, suéltame! ¡¡Heo Young Saeng!! —No me hizo caso

Las llamas negras se extendieron por mi otro brazo y gracias a mi entrenamiento físico lo dejé tirado en el suelo y mis llamas entraron en su cuerpo. Eso le va a doler. Con mi pie en su abdomen impedí que volviera a moverse.

—¡¡Deténganse todos!! —Grité con todas mis fuerzas. Las ondas expansivas de mi voz se hicieron visibles y llegaron a los oídos de esos soldados y por arte de magia se detuvieron— ¡¡No ataquen a nadie!! —Y como si de marionetas se tratara soltaron sus armas y se quedaron quietos

—¿Qué hiciste? —Preguntó desde el suelo.

Agarró mi pie e hizo que me tambaleara y cayera al suelo también. Tosió sangre y las manchas negras en sus alas metálicas se duplicaron. Mis llamas lo están contaminando internamente.

—Saeng, debo sanarte rápido. Si me demoro, ¡esa oscuridad va a matarte! —Al contrario de escucharme, se ubicó encima de mí, retiró de golpe mi máscara y me agarró del cuello de la camisa

—¡¡Te acabo de hacer una pregunta!! —Arrancó los botones de mi camisa y revisó mis hombros. Vio mi marca de nacimiento y una expresión de horror se apoderó de él— Hyun… tú…

*YOUNG SAENG*
Hace un tiempo tengo mis sospechas y he dejado que la insensatez se apodere de mí. Esperaba que no fuera verdad, pero ahí estaba la prueba irrefutable…

-Hace muchos años-

Mi ciudad, la ciudad del reino estaba en llamas por un grupo de demonios que decidieron saquearla. Y ese demonio me arrastraba del cabello en el castillo mientras tenía la hoja de su espada en el cuello de mi padre.

Se reía como un maniático —Tu hijo cayó en la trampa, Hyung Jun. ¡Él me trajo a tu guarida!

—Papá —Lloraba

—¡¡Saeng!! —La espada que empuñaba rozó su cuello y vi un pequeño rastro de sangre

—Vine a matarte, Hyung Jun. Puse barreras alrededor del castillo, así que nadie puede salir ni entrar —Me soltó el cabello y levantó la manga de su camisa. Vi una marca brillar en violeta en su brazo como las que salían en mi libro. Era una pequeña corona y detrás, unas alas lo adronaban — Y ahora… voy a mostrarte lo que puede hacer un domador de ángeles

Serás mi reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora