Fortaleza

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Al día siguiente, la primera en despertar fue Bárbara, estaba exhausta, cada movimiento de su cuerpo —por más mínimo que fuese— se lo recordaba. Pero sonrió al rememorar el motivo, porque, ¡cómo lo extrañaba! Abrió sus ojos, con dificultad para graduarlos con la claridad de la habitación y en el proceso apreció a su querida novia acostada a su lado, profunda y plácidamente dormida.

La sonrisa que observó le pareció la más hermosa del mundo, y más al intuir que dicho espectáculo ante sus ojos tenía su firma...

La noche anterior fue una batalla campal en la cama, cada una deseaba tener el control; pero silenciosamente, en cuanto a hablar del tema se trataba, cada una dejaba que se intercalaran los rounds. Cada sesión, las cuales no pudo cuantificar, hasta que, en el último de esa madrugada, la morena retomó acción y a la par consiguió que ambas llegaran a la cúspide, dejando a una rubia noqueada, casi que, en la dulce muerte, luego de esos dos maravillosos orgasmos consecutivos; una vez más, con su firma.

Sonrió al recordarla retozar bajo su cuerpo, la implosión y sus gemidos, la encendieron de nuevo mientras apreciaba a su futura esposa. Sonrió ante la idea que cruzó en sus pensamientos.

La había extrañado tanto; su cuerpo protestaba por ella. Era una pasión incontenible, desbordante, avasalladora, que tomaba control en ella y que no se oponía a que fuese así; cuando menos se dio cuenta, ya había develado el cuerpo perfecto de la rubia, la sabana estaba deslizándose de su mano, mientras que su vista estaba fija en la cierta parte que ansiaba por probar de nuevo.

Sintió como su boca se derretía por saciar una sed repentina y sofocante que la hizo arder.

Se posicionó y se dedicó a ello.



Un par de horas después, una ducha, una terna de orgasmos matutinos y el desayuno, se dejaron caer en la cama, necesitaban un respiro.

Las obligaciones habían pasado claramente a un segundo plano.

Su felicidad era la protagonista ese día. Con el papel principal, para darle la atención necesaria y evaluarla, tal y como lo hacían con sus escenas, las cuales se encargaban de que fuesen siempre lo mejor de cada una; ese día su felicidad ameritaba de ellas toda su atención para que continuara como la sentían, como la querían, por siempre.

Empezaron a conversar calmadas de todo lo sucedido y como ansiaban, cada una en igual medida, que no ocurriera de nuevo esos deslices tan innecesarios y descuidados por parte de cada una.

—Amor —tomó la palabra Bárbara, mientras acunaba a la rubia en su pecho y repartían caricias con sus manos libres sobre la sedosa piel de la otra—, es ese el detalle, hemos fallado en comunicarnos; solo nosotras debemos y podemos mejorarlo porque no quiero perder a la mujer que amo, con la quiero casarme y tener mis hijos. Con quien quiero formar mi familia —explicó dulcemente.

Perfect Time (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora