Historia de amor de dos hermosas, talentosas y jóvenes actrices: Bárbara y Macarena, son retadas a interpretar a la primera pareja lésbica en televisión abierta, en uno de los canales más prestigiosos de su país. Cambiando sus vidas por completo.
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Dos semanas después.
—¡Macarena por Dios, es que esta no eres tú! —le reclamaba Bárbara, entrando al departamento de ella.
—Por favor, no grites, te lo repito.
Las dos caminaron hasta la sala y se dejó caer en el sofá, denotando su agotamiento. Bárbara decidió acompañarla de la misma forma como la fue a buscar para que no llegara a las grabaciones como las últimas dos veces de su llamado.
—Me duele la cabeza —se quejó masajeando sus sienes.
La morena fue hasta la cocina, sacó una compresa del refrigerador y llenó un vaso de agua. Luego buscó una pastilla en el botiquín de la rubia y caminó de vuelta hacia ella.
—Toma. —Le dio la pastilla, luego esperó que la pasara con el agua que le llevaba, y al terminar le entregó la compresa.
—Gracias, gracias... —se acomodó la compresa y se volvió a costar sobre los cojines en el sofá.
—Hemos hablado, de esto... —La morena comenzó a hablar y se sentó cerca de ella—. Me prometiste que dejarías de andar con esos youtubers, es que no ves que ese no es tu mundo.
Bárbara siguió con sus reclamos.
—Solo fue una reunión...
—Sí, una reunión —replicó con indignación—, una que duró hasta las seis de la mañana, como la anterior y la anterior, sin importar que sea en días de semana, y que hayas descuidado los horarios de tu trabajo.
—Necesitaba distraerme. Y ya te dije que solo son amigos que me están ayudando para mi nueva faceta —dijo en su defensa.
En realidad, llevaba una semana con esas nuevas amistades, las cuales contactó luego de hacer un comercial para una bebida alcohólica que estaba con una campaña agresiva para atraer un target que se ajustaba al de la rubia, desde allí se hizo amiga de tres youtubers y entró en el mundo al que ellos estaban entregados, donde los excesos estaban por doquier.
—Esta no eres tú —dijo sentidamente. Bárbara estaba lidiando con esta nueva Macarena, y no le gustaba nada de lo que veía. Pero a su vez, no podía estar a su lado, olvidar todo y darle lo que ella deseaba, volver a estar juntas, así nada más. Sentía presión por hacerlo así.
—No soy, tienes razón, no lo soy... —se llevó las manos a su cabello—, no puedo estar bien conmigo misma desde que... —murmuró con un halo de desesperanza en su lenguaje corporal.
—¿Y pretendes empeorar todo con más conflictos?
—Hemos hablado, lo hemos intentado, tú no me perdonas y yo no olvido mi propia estupidez.
—Pero si sigues así vas a terminar con las pocas esperanzas que tengo de recuperar lo nuestro —le dijo Bárbara.
Macarena abrió los ojos, se quitó la compresa y se fue a donde estaba la morena y se arrodilló ante ella para abrazarla sobre su regazo, todo fue en cuestión de segundos, como Bárbara estaba en un mueble individual la rubia no vio opción más que caer a sus pies, desesperada, asustada y empezó a llorar.
