Querencia

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Pasaron unos minutos el beso que pidió Macarena, se fue multiplicando

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Pasaron unos minutos el beso que pidió Macarena, se fue multiplicando... las hizo sumir en un estado de completa relajación.

Se desconectaron de todo. El embriagador efecto de los labios de la morena tenía a Macarena extasiada, y su compañera no estaba en menor condición, su cuerpo estaba experimentando una serie de sensaciones que le imploraban más.

Macarena estaba sobre ella, quien reposaba su espalda en uno de las laterales del sofá. El control del beso lo llevaba la ojiazul, sintió de Bárbara cierto temor de la situación, pero estaba tan entregada al momento que decidió ignorarlo, desde que Bárbara incrustó sus dedos en su cabellera, acariciándola de manera ilustre que la incitó a perder cualquier razón para detenerse.

La rubia estaba sentada en el sofá, todo su dorso sobre Bárbara, en medio de la intensidad de los besos, su cuerpo comenzó a reclamar el contacto con más piel, lo buscó levantando la blusa de la morena. Comenzó a acariciar su abdomen, era electrizante para ella, era firme, definido y sintió como la piel se le erizó a ella, soltando luego un gemido ahogado.

Bárbara en medio del tacto y el beso apasionado que orquestaba a la perfección su colega, pensó que sería su primera vez, cayó en pánico, le abochornaba no poder corresponderle, ya que Macarena estaba actuando con tanta fluidez que le estaba enloqueciendo, pero lamentaba profundamente llegar a ser un desastre.

—No... –y con sus manos pudo interponerlas para detenerla, haciendo que Macarena dejara de besarla en su cuello para mirarla fijamente– Maca... yo... –dubitativa y presa de sus nervios– creo que no...

—Tranquila –la siguió besando y mordiendo esta vez por su mentón partido, que tanto le gustaba–, no tengas miedo –le pedía en sus andanzas, esta vez por el cuello–, no vamos a hacer nada que no quieras. –mordió parte de la zona de su pulso, y sus manos ya estaban masajeando los costados del torso definido de la morena, asentaba caricias con sus yemas de los dedos y uñas haciéndola gemir.

—No sé... si lo pueda... bien... –pudo decir en medio de pequeños gemidos que la rubia le estaba arrancando con sus dientes y lengua en el cuello; pequeñas succiones y mordiscos sutiles, sumado a las caricias de sus manos cerca de sus pechos la tenían fuera de órbita.

—Yo tampoco sé –le susurró al oído, su voz era gruesa–, sólo sé que me gustaría hacerte lo que me encantaría a mí. –Bárbara gimió más fuerte, su voz ronca y su mano acariciándola tan cerca de su centro de pasión, le hicieron cerrar sus ojos y estremecer. La estaba volviendo loca de pasión.

—Maca, ¿tú nunca has estado con una mujer? –cuestionó en medio de un suspiro ahogado, había asumido en cierto momento que ella ya tenía experiencia. Sus manos estaban aferradas a los antebrazos de la rubia, apretándolos por la pasión de la que era presa.

Maca se detuvo, y puso su rostro frente al de ella, la miró profundamente. —No... nunca, por eso quiero que sea especial para ambas, pero debes decirme si deseas seguir, necesito que estés segura... –le aclaró lentamente, mirándola con sus ojos azules penetrantes, con su voz jadeante; estaba envuelta en una onda de pasión, que nunca había experimentado en sus anteriores preliminares.

Perfect Time (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora