Historia de amor de dos hermosas, talentosas y jóvenes actrices: Bárbara y Macarena, son retadas a interpretar a la primera pareja lésbica en televisión abierta, en uno de los canales más prestigiosos de su país. Cambiando sus vidas por completo.
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El día del evento publicitario más incómodo para Bárbara había llegado, tener una actividad tan refrescante con Macarena, pero a su vez tan infernal por incluir a Gonzalo, le estaba comiendo la paciencia.
Había hablado con él en varias ocasiones, sin embargo, él la conocía demasiado bien, y la persuadía para conseguir más tiempo de su relación, con doble intención, la primera era poder reconquistar su amor y la segunda, aprovecharse del boom de su fama, ya que ello le estaba proporcionando la posibilidad de renovar contratos de publicidad, en los que él era figura principal y de conseguir nuevos, según detalles de estrategia de su agente.
Él tenía su trayectoria, era más diversa y extensa que la de Bárbara, como machista que era, le costaba entender toda la fama que iba en ascenso de su novia, pero le iba a sacar partido, para eso y a su conveniencia estrechaba más y más la relación con los padres de Bárbara, sus suegros, estos ajenos completamente a la realidad, solo sabían que su hija estaba muy compenetrada con su papel e inundada de compromisos por él, justificando lo desatendido que tenía a su novio.
El sitio al que llegaron era mágico, un paraíso a las afueras de la ciudad, se respiraba naturaleza, verde, aire limpio, el cual escaseaba en la enorme y congestionada urbe que les acogía.
El primer momento incomodo llegó a la hora de alojarse. La habitación la compartiría con él. Hecho que no pudo refutar ya que precisamente él estaba allí porque eran pareja.
Claramente no compartirían habitación, cuando el botones los dejó allí con el equipaje, ella en ipso facto tomó su maleta y se dispuso a salir.
—¿Para dónde crees que vas? –inquirió el pelinegro.
—No es problema tuyo.
—Barbie, mi amor... –la actriz gruñó–. No hagas una estupidez. Podemos compartir esta habitación.
La morena vio a su alrededor. —¡Estás completamente loco...! –espetó, evidentemente molesta–. Sabes que estamos aquí como "pareja" –levantó sus dedos haciendo comillas imaginarias– porque has sido incapaz de resolver tus problemas con tu agente.
—Mi amor...
—¡NO ME DIGAS ASÍ! –gritó.
—Disculpa, bebé, sé que la embarré contigo, pero no me odies, para mí eres la persona más importante del mundo –mintió, su persona más importante era él, de primer a quinto lugar, si se contaba por niveles.
—Te queda una semana, Gonzalo, sólo ¡UNA! ¡Ya estoy harta! –le enfrentó y salió de la habitación.
Por suerte la habitación de Macarena estaba algo retirada de la que iba a ser la suya.
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