Comunicación 2.0

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—Sí, tienes razón... –habló Bárbara, retomando el tema, y rompiendo el apacible silencio que se había alojado entre ambas por varios minutos, allí, sentadas observando el paisaje en aquel mirador turístico. La rubia, suspiró pausadamente allí apoyada en el hombro de su novia.

Macarena era una persona muy reflexiva, ella la estaba aprendiendo a leer; era evidente que estaba acongojada por algo que le daba vueltas en su cabeza. Ya tenía su atención, la sentía más calmada. Y siguió:

—Lo reitero. Sí, vamos rápido, pero, ¿cómo iba a ir despacio luego de conocerte? –Macarena se separó para verla de frente, soltó un atisbo de sonrisa. Buscaba fuerzas para seguir, para hablar, pero tenía miedo... calló.

—No lo elegí –continuó e impidió que ella hablara en ese instante–, no lo busqué, ni siquiera lo llegué a imaginar alguna vez en mi vida

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—No lo elegí –continuó e impidió que ella hablara en ese instante–, no lo busqué, ni siquiera lo llegué a imaginar alguna vez en mi vida... Y terminé entendiendo que el amor no se trata de elección, simplemente nace –elevó una de sus manos y le acarició la mejilla, luego sutilmente dirigió el mentón para que la viera directamente y dejara la esquiva actitud de sus hermosos ojos cielo–. Entenderé todo lo que te sucede, lo que quieras decirme. Porque si tienes dudas yo...

—¡No! –evitó que siguiera–. Cero –afirmó–, cero dudas –reafirmo, luego de una leve pausa–, sé que estoy dónde y con quién quiero estar, créeme –habló con aplomo–, no hay ningún otro sitio en el que quiera estar. Nadie con quien quiera estar que no seas tú. –Bárbara por fin asomó una sencilla sonrisa de lado, su corazón sintió como volvió a latir paulatinamente.

Macarena se acercó y le dio un beso casto, importándole poco o nada si había personas a su alrededor; escuchar y ver la sinceridad de Bárbara la estaba recargando de energía, tal y como el sol lo hacía a todas las plantas que podía divisar allí, sintió.

—Barb, tengo un problema –espetó–. Te juro que no pensé que pudiese estar en medio de esto, o exponerte a ti, tú no tienes la culpa, nada que ver... –comenzó a hablar rápidamente, estaba intranquila–, lo menos que quiero es que tú estés involucrada, yo...


—¡Maku! –la detuvo–, cálmate, respira –le ayudó simulando un proceso de inspira y espira, para que le imitara, hizo efecto luego de un par de minutos–. Ahora, dime. –solicitó transmitiendo sosiego.

Perfect Time (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora