28. Jugadas del destino.

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Toga observa, estático, confundido, con su mejilla adolorida y palpitante por ese fuerte golpe, cómo Irasue sale de la vivienda. ¡¡Debe ir tras ella!! Pero ella le pidió no seguirla, seguramente está demasiado molesta... ¿Qué debe hacer?

Esas palabras de Zero realmente se pueden interpretar de la peor manera, ¡Y justamente tenía que tratarse de la mujer que tan mal trató a su ahora esposa y que incluso quiso venderla a cualquier rufián!

Aunque desee aclarar las cosas con Irasue sabe bien que ella no lo escuchará.

A decir verdad, no recuerda alguna otra situación en la cual la haya visto tan molesta como lo estaba ahora. La forma en que lo vio, cómo le habló, sus palabras, esa cachetada... ¡¡Maldición!! Sólo espera no llegar a perderla por chismes de Zero.

¿En verdad aún a estas alturas la muy tonta pensaba en separarlo de Irasue? Tal vez Zero mejor que nadie se haya dado cuenta a lo largo de los años que el cariño que ha tenido por Irasue es fuerte y no cambiará.

¿Realmente estaba enamorada de él? ¿Aún con Shishinki y sus dos hijos? Siempre pensó que era un capricho juvenil de su parte. Incluso en varias ocasiones le dijo a Naraku que exageraba en sus suposiciones. Su colega es un buen tipo y ella... ¡Demonios!

Él, un simple General, no es nadie para dar órdenes, pero debería ir a solicitar a sus compañeros que están haciendo guardia que le avisen en caso de que su esposa tenga intenciones de salir de la fortaleza, y no sólo eso, les pedirá que en caso de ser así, se lo impidan, la distraigan hasta que él pueda presentarse en el lugar.

Si, tal vez eso es lo más certero. Además tendrán una gratificación especial y si se mete en problemas con el Rey y éste quiera llevarlo prisionero o destituirlo de su cargo... ¡Maldición!

No le importa lo que pueda pasar con él, pero tampoco desea que algo ocurra y tenga que dejarla sola, o tener que marcharse de este lugar sin poder darle una vida pacífica y cómoda, dentro de lo que cabe.

Voltea a su alrededor, sintiéndose un miserable que la tiene viviendo en situaciones precarias. ¡Claro que puede darle algo mejor! Pero no había puesto demasiada atención a su entorno inmediato.

Le dará todo el dinero que necesite para que haga los cambios que le plazcan, y una vez que vuelva le obsequiará un mueble de esos enormes, como aquellos en los que el Rey guarda sus libros y escritos.

Desesperado, como nunca antes en su vida, Toga une sus manos, dispuesto incluso a elevar una plegaria a los dioses, jurando que cuando ella vuelva hará todo por ella, lo que sea que ella le pida, enmendará cada error cometido, pero que vuelva a su lado.

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En otro lugar, un hombre demasiado importante sale a dar un paseo sin sus escoltas. Quería disfrutar de esa paz que se sentía de repente.

El palacio sin la princesa Izayoi era un poco más... ¿Tranquilo?

Si. Esa niña tenía curiosidad en torno a muchas cosas, y aunque tiene cinco tutores a quiénes consultar, muchas de las veces prefería hacerlo con su padre. Ella a veces parecía una criatura desesperada por atención suya, y no es que le molestara, pero resultaba un poco complicado atender asuntos del reino y las dudas de su hija, fungiendo como un tutor que le tiene que explicar las cosas a detalle.

Una de esas últimas dudas por cierto, eran un puñado de cuestionamientos sobre las dunas del desierto, qué son, cómo son, incluso lo fastidió por días pidiéndole que la llevara a dar un paseo. Pero es un Rey y no puede desatender sus asuntos, menos ahora que probablemente dentro de poco haya severos problemas. Necesita estar muy pendiente de sus labores.

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⏰ Última actualización: Apr 20 ⏰

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