2. Una niña abandonada.

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Entre los mortales abunda el odio, la envidia, la avaricia, el rencor.

Más sin embargo, hay seres cuya aura de bondad envuelve su efímero existir.

En un mundo donde dar a luz a una hembra antes que a un varón era motivo de vergüenza y deshonra... En un mundo donde era común encontrar bebés recién nacidos, abandonados a la intemperie, esperando que alguna bestia salvaje o las inclemencias del clima le diese muerte... En ese mundo cruel e injusto, dos varones que optaron por tomar un paseo en su día libre, se detienen a descansar un momento.

Tottori, Japón... Algún tiempo antes de nuestra era.

Dos jóvenes de casi veinte años de edad... Toga, uno de los mejores generales del ejército del rey Kirinmaru, y su acompañante, amigo de toda la vida, Naraku, bromean en torno a la pésima decisión tomada hoy.

Naraku: ¡Vaya día para cabalgar!

Toga: Supongo que no es el día, sino el lugar.

Naraku: El desierto no es una buena opción.

Toga: La tierra es árida en casi toda la región.

Naraku: Al menos tenemos agua para beber.

Toga: Teníamos.

Ha bebido la última gota y les restan varios minutos para al fin salir de ese lugar.

Un rato de silencio al atardecer, es interrumpido por un tenue llanto.

Toga: (Sorprendido) ¿Escuchaste?

Naraku: ¿Qué cosa?

Ambos varones enfocan su atención en percibir algo más que el sonido del viento. Y allí está de nuevo... Un tenue llanto.

Naraku: ¿Un bebé en el desierto?

Toga: Eso parece.

Naraku: (Suspira) Sin duda deseaban que muriera pronto.

Toga: (Bufa) No entiendo.

Naraku: (Desconcertado) ¿A dónde vas?

El general camina, y sus pies se hunden en la arena del desierto, mientras Naraku se pregunta cómo es que un bebé ha sobrevivido a ese soleado y caluroso día.

Camina tras él, casi seguro de lo que intenta hacer.

Naraku: ¿Qué haces?

Toga: (Viendo alrededor) Al menos debieron dejarle en un lugar donde hubiese gente.

Naraku: ¿Para qué?

Toga: Para que alguien pudiera cuidarle.

Naraku: ¿Bromeas? ¡Nadie cuidaría a un crío que no es suyo!

Toga: Es inhumano.

Naraku: Pero es la realidad.

El ocaso del día se manifiesta con un cielo rojizo, la búsqueda es difícil con los fuertes vientos que llevan arena consigo y que inevitablemente se adentra en los ojos de ambos caballeros.

Naraku: Es mejor marcharnos Toga.

Toga: (Niega) Al menos debería estar bajo una sombra.

Naraku: Te lo dije, son inevitables estas cosas... Además seguramente ya ha muerto.

Toga: (Se detiene y suspira) Tienes razón, dejó de llorar hace un rato.

Naraku: Es mejor retirarnos. Ya oscurece y es peligroso. Además el rey se puede molestar.

Sacrificando el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora