Mientras vivía con Zero, Irasue se acostumbró a dormir poco, a permanecer alerta, a no confiarse.
En alguna ocasión, siendo una niña de doce años, mientras dormía, aquella mujer dejó caer un escorpión sobre sus sábanas. Tres años después hizo lo mismo con una culebrilla de rayas rojas y negras.
En una de esas extrañas e inusuales noches de lluvia, perforó la madera de modo que el agua del exterior se dirigiese a ella y mojara su futón y sus pertenencias.
Y fue por la madrugada, aquél día que el general volvió de la guerra a impedir, milagrosamente, su boda con el viejo Ryokutsusei, cuando, mientras dormía, Zero azotó nuevamente su espalda con un látigo de cuero con púas.
Es por lo anterior que un par de horas después ella despierta, aún recargada en el cuerpo del hombre que antes sólo era un conocido visitante y ahora es su esposo. Pero al intentar moverse nota que la mano de él la abraza, y esto es... Agradable.
Eleva un poco su mirada y lo observa dormir. Luce tan tranquilo, tan vulnerable... El temible y respetado General Bestia duerme junto a ella, tan indefenso y confiado.
Le parece extraño lo ocurrido, el por qué lo hirió tan fácilmente. El General era un hombre que estaba alerta en todo momento, y de pronto parecía muy distraído. ¿Por qué sus pensamientos estaban en otro lugar? ¿Será acaso que pensaba en algo importante?... ¿O en alguien?
Si le pidieran definir lo que siente por él, al estar cerca suyo o al verle, verdaderamente no podría responder. Siendo niña lo admiraba profundamente... Pero aquél día que lo vio molesto y desesperado, discutiendo con el viejo Ryokutsusei, preocupado por ella, impidiendo que se casara con ese anciano, algo extraño surgió en su corazón. Gratitud quizá.
Esa noche pensaba marcharse de allí, porque ya no soportaba a la señora Zero, y si "ser comprada" por un anciano era la forma de alejarse de esa alimaña, no tenía por qué dudar, al fin ya había trazado sus planes para librarse también del viejo.
Fue hasta que lo vio allí que deseó que nada estuviera pasando. Fue cuando vio esos ojos ámbar sobre ella que sintió arrepentimiento por un plan tan complicado que si podría salir mal. Fue cuando su voz suplicante le pidió resistir tres años, cuando su deseo de irse lejos se esfumó.
Y presa del enojo, hace casi un mes, estaba decidida a largarse a China. Estaba segura de que en aquél lugar podría fácilmente comenzar una nueva y muy distinta vida a la que tenía entonces.
Pero cuando vio la angustia en su rostro, suplicando que se quedara, no pudo oponerse.
¡Y vaya que todo derivó en algo inesperado! Pues lo que parecía más prudente es que él tal vez la dejara en algún monasterio o al cuidado de la esposa del señor Naraku, o cualquier otra posibilidad... Pero lo que ocurrió fue quizá mejor, aunque sorprendente: él le pidió matrimonio.
Pero en realidad, muy a su pesar, esto no parecía ser algo serio. Y estaba bien en un principio.
Pero esas tardes conversando a su lado, esas miradas indiscretas de parte de él, los momentos en que accidentalmente tomaba su mano... Y claro, el leer ese papiro y pensar automáticamente en él de formas no precisamente puritanas, cambiaron su forma de ver este matrimonio, este acuerdo.
Porque cada vez sentía más deseos de estar con él así, como ahora, mucho más cerca que en cualquier otra ocasión.
Sin embargo, últimamente lo notaba algo molesto, un poco más distraído, y a decir verdad eso le afectaba... Porque a pesar de ser "marido y mujer", lo cierto es que el matrimonio no estaba consumado y él quizá... Bueno, tendrá necesidades que buscará desahogar.
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Sacrificando el amor
Fanfic"La naturaleza me dio forma de mujer, pero mis hazañas han superado las de los hombres más valientes." Fanfic inspirado en una reina asiria. Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi. No copiar. No adaptar. No publicar en otros sitios.