Alana Evans embarazada.
Alana embarazada.
Embarazada.
Alana.
Pensar eso me aterraba. Me aterraba estar embarazada. Es que, nisiquiera me veía a mí misma cuidando de alguien más, si a duras penas podía cuidarme a mí. Rezaba cada noche porque fuera una falsa alarma y el período me pudiera bajar. Tenía un retraso de casi diez día. Siete para ser exactos. Jamás había sido regular con mis periodos pero cuando mucho se tardaba tres días en llegarme. Y eso era lo que más me asustaba. Según mis cálculos, tendría que haber reglado más o menos el día después de tener relaciones con Christian. Y ya había pasado una semana. Una puta semana en la que no comía bien. No dormía bien. Mi estado de ánimo estaba por el suelo. Las ojeras eran notables.
—¿Aún no te baja?—pregunta Dianne.
No le respondí.
—Aún no.—respondió Isabel por mí.
Decidí dejarlas hablando sola e irme hacia mi casa. Sentía ganas de orinar así que fui al baño. Estaba como un zombie. Creo que hasta un zombie hubiese estado mejor que yo. Tenía la vista fija en un punto en específico cuando sin querer se desvió a mi pantie. Una llama de esperanza me recorrió el cuerpo cuando ví una pequeña mancha un moco marrón en ella. Sentí como volví a la vida. Es que si pudieras respirar nuevamente. Un gran peso se desapareció de mi cuerpo. Se sentía un gran alivio.
Se lo comenté a Isabel con el corazón latiendo a mil por la felicidad. Creo que era la primera vez en mi vida que ansiaba tanto poder estar menstruando. Tenía tantas ansias de que me bajara. Pero al siguiente día todo comenzó a ser un infierno nuevamente. Nada. No me había bajado. Me permití llorar abiertamente en la soledad de mi habitación. Tenía mucho miedo. Quería que eso solo fuese un mal sueño, quería despertar y saber que nada de eso me estaba pasando a mí. Quería seguir con mi vida como si eso jamás hubiese pasado. Pero lastimosamente, esa era la realidad. Mi realidad.
Estaba contra la espada y la pared. Ya no era la misma Alana de antes. Ya no me tomaba fotos. Ya no sonreía casi. Siempre estaba distraída. Había adelgazado un poco más. ¿Y lo peor? Lo peor es que mi madre lo estaba notando.
—Alana, ¿Aún no has tenido tu período?—pregunta mi madre. Estábamos ambas en mi cuarto, yo frente al espejo peinando mi cabello y ella estaba en sentada en la cama a mis espaldas, observandome.
Esa pregunta me sobresaltó un poco. Pero traté de sonar lo más serena y calmada posible:
—No, mamá. Ya sabes, siempre tengo esos retrasos.
—Pero no lo habías tenido como este. A mí ya me vino y te tenía que venir un poco antes que a mí—dijo. Se mantuvo en silencio por unos segundos hasta que volvió a hablar de forma juguetona—¿No será que estás embarazada?
Creo que me ahogué con la saliva. Traté de no hacer tan obvio el hecho de que mi espalda y el cuerpo completo se tensó por su pregunta. La miré por el espejo disimuladamente y ella seguía observandome, cautelosa de cada uno de mis movimientos.
—Ja, ja, ¿Cómo crees, mamá? Será del espíritu Santo.
Del espíritu Santo no. De Christian Beth sí.
Cállate, no estás ayudando.
Solo digo la verdad y, ¿Adivina qué? La verdad duele je, je.
¿Sabes qué? Vete.
Cambio y fuera.
Dios, quería que me bajara, quería sentir cólicos, quería tener dolor de vientre, quería sangrar por ahí. Cada noche y cada día rezaba al cielo. Pidiendo eso. Pidiendo que por favor no estuviera embarazada. Porque, si lo estaba, no sabría que hacer.
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Amor Imposible
RomanceAlana Evans. Christian Beth. Sinónimos de diferencia. Dos almas tan distintas que sabrán cómo acoplarse el uno con el otro. Tendrán que pasar por muchos obstáculos para poder estar juntos. Y... si es que realmente quieren estar juntos. ¿Serán capa...