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¿Porqué no te despediste de mí antes de montarme?

Le reclamé a Christian por mensaje.

Alana, apenas y tuve tiempo de respirar, seguía muy nervioso entiéndeme, quería abrazarte y darte un beso pero mis neuronas en ese momento estaban cinceladas.

—  Bah, miedoso.

Quiero verte a ti cuando conozcas a mi madre, conociéndote te podrás peor.

Me detuve a pensarlo, nunca me había imaginado a mí conociendo a la madre de Christian, es más ni él me había hablado de ella ni yo le había preguntado algo. Pero en definitiva, sí me podría más nerviosa incluso podría sonrojarme por los nervios y eso era algo que quería evitar a toda costa. Además, siendo sincera, no me interesaba ni apetecía presentarme ante su familia.

Bueno, quizás. Pero el caso es que me debes muchos besos cuando vaya, ¿Ok?

Te daré todos los besos que quieras, bonita.

Sonreí. Siempre que él me hacía un cumplido o me decías palabras bonitas me encantaba. Estaba tan malditamente enamorada de él que Dios, a veces me avergonzaba.

Llegamos a la casa donde vivía la mujer de mi padre e inmediatamente una personita  llegó corriendo hacia mí.

— ¡Alana! — me abrazó tan fuerte que no pude contenerme y la abracé igual.

Emilie era una niña de tres años muy hermosa. Es un poco diferente a mí físicamente, ella es de piel trigueña mientras yo soy un poco más blanda. Su cabello es negro ondulado y el mío castaño oscuro entre ondulado y liso, una combinación que a veces estresa. Sus ojos son negros y los míos marrón entre claro y oscuro. Es la niña más cariñosa y amable que pueda existir en el planeta.

— ¿Cómo estás, Emi?

— ¡Bien, Lana! — sonrió— Ven, Alan está viendo la televisión, le gustará verte — me tomó de la mano y me guió a uno de los cuartos.

Ahí estaba el más pequeño de todos, Alan Daniel, de un año. Tiene cierta asemejanza con Emilie, pero a diferencia de ella, él tiene un carácter un poco fuerte. No es tan amigable aunque a veces tiene sus días buenos y es el niño más alegre y travieso.

Lo saludé con un beso en la mejilla a lo que él arrugó la cara, ignorandome viendo su programa infantil. Salí del cuarto y ne dirigí a la cocina para saludar a Elena, la esposa de mi padre.

Elena es una mujer alta, delgada y de piel un poco oscura. Tiene su cabello alisado y algunas mechas en él. Tiene ojos grandes de color... no sé a decir verdad. Debo decir que ella fue la gota que derramó el vaso en la relación de mis padres. Fue una de las tantas mujeres con la que mi padre le fue infiel a mi madre. Pero no sé que habrá pasado ahí, ya que fue la oficial después. Mi padre en parte había dejado a mamá por ella. Pero, ¿Si sabes que ocurre cuando pasas de ser la amante a la esposa? Exacto, lo mismo que Christian Evans le hizo a Sarah Jones, se lo hizo a  Elena. No sé salvó de sus infidelidades. Pero, es que, ¿Qué esperaba? ¿Qué cambiara por ella? No lo hizo los 14 años que vivió con mi madre, lo haría por ella que la conoció en esas circunstancias.

— Hola, querida — Elena me trajo de vuelta la realidad

— Hola, Elena.

Admito que no me cae mal, es decir pese a todo lo que pasó no puedo odiarla ni nada, ya que, conmigo a sido una buena persona. Me atiende como si fuera su hija y es buena conmigo. Además, en parte fue bueno ya que así mis padres se separaron definitivamente y así no tenía que ver cómo mi mamá sufría en silencio por papá. En parte fue bueno, aunque no del todo

Amor ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora