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Después de mi primer encuentro sexual con Christian, descubrí un par de cosas de mi misma que no sabía que existían:

1— Me gusta ser sometida, que me tomen por el cuello en clara señal de posesión... ¿Sadomasoquismo se llama?

2— Pero a la vez me gusta someter, ser yo quien tenga el control.

Me gusta un poco de ambas pero más la primera.

3— No me oriné encima, sencillamente sentí esa humedad allá abajo ya que eso al parecer pasa en respuesta cuando el cuerpo siente excitaci*ón.

No me juzguen, ¿Vale? No he tenido una charla acerca de eso.

4— Me gustan que me acaricien la espalda suavemente, despierta sensaciones extrañas en mí.

5— No me gusta que me toquen la oreja con la boca, ahg.

Y otras cosas que tal vez sean muy explícitas para confesar...

•••

Ha pasado un par de días desde que ocurrió aquello con Christian. Debo decir que mis hormonas despertaron luego de estar dormidas por diecisiete años. Jamás había tenido pensamientos de ese tipo a lo largo de mi vida, nisiquiera había pensado en cómo sería mi primera vez, o con quien, pero desde que ocurrió eso, es un tema que es recurrente en mi cabeza.

Admito que el que Christian siguiera siendo novio de esa chica, me hacia molestar. Siempre veía que le hacía visita en su casa y eso me hacia sentir peor. Los veía juntos, agarrados de manos y me causaba unas náuseas horribles.

Gracias a Dios no los he visto dándose un beso.

Quería que terminaran, Dios, eso quería más que a nada pero al parecer Christian no tenía planes de hacerlo.

Conversación por WhatsApp.

Yo: ¿Sabe que quiero en este preciso momento, señor Beth?

Christian: Ilumine mi mente, señorita Evans.

Yo: sentirte dentro de mí.

Vale, tal vez los juegos calenturientos entre Christian y yo cada vez iban más subidos de tono. Siempre me inventaba algo nuevo para decirle.

¿Para qué? Pues para seguir con mi plan: enamorarlo locamente de mí y luego dejarlo.

Quería volverlo sexualmente loco por mí, quería que me deseara con tanta intensidad posible, quería que soñara conmigo haciéndomelo, para luego darle el golpe final: Dejarlo. Y no darle lo que quiere.

Sé que suena como un plan estúpido, ¡Pero vamos! Una adolescente dolida hace cualquier cosa por vengarse.

Él: eso es lo que deseo más que a nada en este mundo, Alana. Deseo tocarte donde nunca nadie lo a hecho, explorar tu cuerpo con mis manos y mis labios, tocar aquel lugar donde no le da el sol con mi lengua, hacerte venir y escucharte gemir mi nombre, clamando por más, dándote duro mientras te hago mía.

Mi-er-da.

Ese mensaje envió sensaciones de electricidad a las ramificaciones más sensibles de mi cuerpo. Imaginarme a él, haciéndome todo eso me causaba un cosquilleo extraño en el vientre, tanto así que mi respiración se tornó lenta, pensada, mi corazón latía rápido.

Sé que era yo la que estaba jugando, pero con cosas así, era él quien jugaba conmigo.

Mis estúpidas hormonas adolescentes reaccionaron ante ese mensaje. Pero... ¿solo era un juego, verdad?

Amor ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora