Capitulo 2

21.3K 1.9K 436
                                    

Severus bajo casi corriendo hasta las mazmorras, estaba realmente furioso, nuevamente agradeció a Merlín por la falta de estudiantes, pues por una vez en once años no le estaba importando nada más que llegar a su cuarto. Atravesó las barreras de su habitación con velocidad y se internó en la segunda puerta de su habitación, allí estaba su laboratorio y una segunda puerta muy bien oculta, una puerta que el mismo castillo había diseñado para él en su necesidad de un espacio perfectamente diseñado. Abrió con cuidado la puerta encontrándose con su santuario personal, con cuidado recorrió la habitación, sus ojos pasaban de una bolsa de arena a otra. Despacio se quitó la capa, la levita de pociones quedándose solo con su camisa blanca, la cual doblo hasta sus codos, no era algo que hacia, generalmente trataba de hacer eso con ropa deportiva, pero esa noche no se sentia con paciencia para cambiarse de atuendo,  luego con cuidado vendo sus manos, anudando bien la tela sobre sus nudillos y palmas.

Golpeó golpeó una y otra vez  la bolsa que colgaba frente a él, sacando la frustración que había en su cuerpo, el odio, la furia que lo carcomida internamente, golpeo para no actuar de forma precipitada, golpeo para pensar, golpeo porque se sentía  impotente, “lily, merlin, te estarás revolviendo en tu tumba” pensó, mientras recordaba la noche, esa noche, en que la pelirroja embarazada junto a su esposo lo citaron en el bosque prohibido, luego de una reunión de la Orden, en la que todos tendían a humillarlo por el error que cometió al aceptar la marca, irónicamente fueron James Potter y Lily quienes lo defendieron incluso de los suaves insultos del director. Esa noche ella estaba asustada, se disculpó por abandonarlo aquel día en quinto año y acepto sus disculpas por aquel dañino sobrenombre, la pelirroja, a quien amaba como si se tratara de su hermana gemela, le rogó aterrorizada que si algo les pasaba, cuidara aunque fuera desde lejos a su pequeño, y él se lo prometió, le juró que siempre velaría por el niño a quien había querido desde antes de nacer, pues era una parte de su hermana. Golpeó la bolsa una y otra vez hasta que las vendas tomaron un tono rojizo muy característico de haber pasado horas con el saco de boxeo, su mente estaba más clara, sus manos destrozadas por los golpes. Respiro profundamente,  recordando la primera vez que le enseñaron a golpear una de esas bolsas, la primera vez que le enseñaron a pelear. Su maestro de DCAO, él  había visto el horror de su vida en casa y el bullyng que vivía en la escuela. Solía arrastrarlo luego de la cena a su despacho, por horas para que golpeara una bolsa de boxeo y liberara todo su dolor, luego, le enseñó a pelear, a ser más inteligente que su enemigo. Quitó las vendas de sus manos notando las heridas en los nudillos blancos, ahora manchados de rojo, llevó su mano derecha a sus labios y susurro un hechizo de sanación, luego hizo lo mismo con la izquierda, ya  no había heridas, solo la sangre manchando sus manos, necesitaba una ducha, su mente estaba más clara. conjuró un Tempus mientras salía de su área privada hacia su baño.

Las 6 am. No había dormido nada, tenía una hora para bañarse, arreglarse y subir al Gran Comedor quedaban cuatro días en la escuela, debía moverse, y debía hacerlo rápido, necesitaba sacar al niño de ahí, necesitaba sacarlo de la casa de sus tíos, Severus estaba decidido a que haría lo que fuera necesario para lograrlo, ya le importaba muy poco lo que sea que le dijera Albus, ya no confía en él.

-Buenos días Severus..- dijo alegremente el mago bajito que se había sentado a su lado. Filius siempre le había tenido un cariño especial al Slytherin, a quien había instruido en la creación de hechizos desde los trece años y con quien solía compartir muchos nuevos hallazgos y una buena copa algunas noches.

-Filius.. buen día- murmuró por lo bajo, su voz estaba áspera, había gritado durante la noche, había llegado al punto de verbalizar su dolor y ahora su garganta le pasaba factura. El mago pequeño lo miró atentamente, recorrio al mago vestido de negro con la mirada y noto el residuo de un hechizo de sanación poderoso en las manos del hombre.

Dame tu manoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora