Capítulo 6

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Después de decidir que Lucius se haría cargo del patrimonio Potter hasta que Sirius Black fuera liberado y pudiera hacerse responsable así como también tomar los asientos en el Wizengamot, Lucius los manejaría, más no haría ningún movimiento político, solo cuidaría las cuentas y la economía Potter. También Severus le cedió un poder para que votara en nombre de Lord Prince así como pidió que se habilitará la casa de Japón,  a Harry le habían fascinado las vistas, era una casa de tres pisos en el barrio Sumida, muy cerca de la Torre Tokio, de hecho desde la pequeña mansión se podía ver perfectamente y tenían también el rio Sumida.

Severus dejó escrita su renuncia y los goblins la tramitarían, tanto al departamento de Aurores como al director en cuestión, en ella quedaba claro que la renuncia era por abuso de poder y  robo, que por eso se iba sin mucho aviso.

El pocionista le explicó a Harry que él viajaría en el tren con todos los demás y que en la estación él debía alejarse hasta el baño y allí lo estaría esperando, que de esta forma levantarían menos sospechas,  luego de recogerlo volverían al banco para luego maecharse directo a Tokio. Harry estaba feliz con la resolución  de su maestro y pesé a no querer volver en ese instante a Hogwarts aceptó tomar la mano de su ahora padre y tutor para aparecerse en los límites de la escuela, claro luego de despedirse del señor Malfoy, quien le había prometido que estaría ahí con su hijo para despedirlo antes de que partieran. Harry le regaló una encantadora sonrisa, curiosamente le gustaba el mago rubio.

Severus lo dejo en las puertas de la Dama Gorda quien custodiaba la torre Gryffindor odiando no poder expresar palabras más amables para con el niño, pero no podía bajo ninguna circunstancia, permitirse que,  el chisme le llegara a Dumbledore, si el hombre se enteraba que estaba siendo amable con Harry nunca lo dejaría en paz, y vaya uno a saber que le pasaría al niño en represalias. El hombre de cabello negro se aseguro de dejar un glamour en la ropa del de ojos verdes para que pareciera que había estado de rodillas en la tierra y también compro algunas plantas y flores que se supone habían cultivado.

Esa misma noche, luego de que Severus pasará el resto  de la tarde haciendo pociones y preparando  todo para  partir  inmediatamente pudiera salir del castillo, cuando volvió de su última ronda luego del toque de queda lo primero que hizo fue ir a su habitación a cambiarse, lamentablemente no podía hacer lo que haría con ropa de mago, tomo algo de su ropa muggle que consistia en una camisa blanca, un pantalon negro y una chaqueta negra, luego busco en uno de los compartimentos secretos de su baul personal una varita que no estaba registrada, ser espia le había dado muchas habilidades y conocimientos, entre ellos aprender a manejar caulquier varita con la misma destreza que la suya propia.
Luego de tomar la elegida, que consistía en una fabricada a base de madera de árbol de manzano, tomó su levita que se colocó encima de la ropa muggle como si fuera un tapado de invierno y salió de sus habitaciones con el único objetivo de aparecerse en los límites. Había tenido que decirle al director que volvería a salir pues iría a  juntar hierbas a un bosque irlandes esa noche, pero el mago mayor no se sorprendía ya que los ingredientes de pociones deben ser cosechados en un momento exacto, ni antes ni después y era algo que Severus solía hacer en su tiempo libre, cuando no estaba sumergido en un caldero o un libro.

Severus salió de los terrenos y las barreras de Hogwarts para aprecerse en los comienzos de la calle Privet Drive en Little Whinging, Surrey, allí, apoyado contra un farol que iluminaba la calle estaba Lucius Malfoy vestido como un muggle de clase muy alta, con una coleta en el cabello y la mirada perdida en la calle frente a él. Severus sonrió para si mismo, siempre le había gustado el hombre cuando usaba esa ropa, le daban un aire de rebelde y sofisticado que siempre le había fascinado.

-Buenas noches..- saludo cuando llegó a su lado

-Como estas?- indago el rubio saliendo de sus turbulentos pensamientos que nublaban su mirada

Dame tu manoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora