Lo Que Siempre Soñamos Ser... [NaruSaku] ✔

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El corazón quiere lo que quiere,
¿amistad o amor?
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—¿Te sientes cómoda? —preguntó la rubia una vez que dejó a la pelirrosa en su cama.

—Incluso me siento mejor, gracias por cuidarme hoy, Tsunade-sama.

—Aún no me voy —avisó sentándose en la cama —. Me falta saber cómo llegaron a ser pareja, me da la impresión de que será mi parte favorita —la pelirrosa sonrió haciéndole un espacio en la cama de dos plazas.

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Con la partida del Uchiha, el Uzumaki buscaba la manera de acercarse a su rosada amiga de manera que pudiera sentirse cómoda, aún estaba estudiando toda la historia ninja para alcanzar su sueño de ser Hokage y aunque el Hatake le estaba dando una mano, no significaba que el puesto de Hokage estaba asegurado, debía dar todo de sí para darse merecedor de dicho título.

La Haruno tenía un puesto en el hospital enfrentándose a casos mucho más fuertes cuando se le requería, ahora tenía su consultorio propio recibiendo toda clase de pacientes, siempre que tenía la oportunidad estudiaba más ramas de la medicina para ser la mejor doctora.

—Tiene que tomarse estas pastillas para aliviar el dolor, mientras las esté tomando debe estar tomando reposo.

—¿No podré trabajar?

—No, Tachibana-san, tiene un fuerte dolor en su tobillo y lo preferible es que descanse —le explicó con amabilidad.

El hombre asintió rendido, tomó el frasco con los desinflamatorios que la hermosa mujer le estaba entregando, agradeció a la doctora y se fue, la Haruno volvió a su escritorio para ver en la agenda quien seguía, pero ni siquiera le dio tiempo de checar, pues, se detuvo apenas escuchó su voz.

—Sakura-chan —la mencionada alzó la vista encontrándose con el dueño de esa voz en el marco de la puerta —, hola, ¿puedo pasar?

—Eh... ¿Qué haces aquí, Naruto? —el nombrado entró al consultorio y cerró la puerta al inspeccionar que ella estaba sola.

—Bueno, han pasado unos días desde que me pusieron el brazo artificial y todavía no me acostumbro, pareciera que algo pesado me estuviera colgando —sonrió avergonzado —. Creo entender cómo se sienten los elefantes —bromeó.

—Es cuestión de tiempo para que te acostumbres a esta nueva etapa —explicó pensando en una solución —. Si gustas, puedo checar tu brazo y te enseño algunos movimientos para que te vayas acostumbrando y puedas hacer tu vida como venías haciendo antes de perderlo —el rubio asintió energéticamente y fue a la camilla desvistiendo la parte superior de su cuerpo para mayor comodidad.

La Haruno se acercó un tanto nerviosa evitando ver el abdomen de su compañero, deshizo el nudo de la venda y la apartó encontrándose un brazo inmóvil, con un martillo médico tocó ciertos puntos para probar los reflejos, pero ese brazo no se movía. Entonces se alejó un momento para buscar algo en su escritorio.

—Cuando se acerque... te quedas quieto por unos segundos y... ¡ZASSS! La besas —sugirió una voz en el interior del rubio, una voz que conocía muy bien.

—¿Que la bese? —le preguntó a su amigo de pelaje naranja —¿Estás demente, Kurama? Sakura-chan no me ha golpeado en mucho tiempo y eso se siente como un avance, como si empezara a aceptarme —en sus palabras se notaban destellos de alegría —. ¡Si la beso podría golpearme! Sabes lo temperamental que puede ser a veces... quizá siga pensando en...