Final

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La iglesia estaba decorada de pies a cabeza de tafetán y organza blanco. En cada fila de asientos había un arreglo foral a los lados de un tamaño considerable sin interrumpir la vista del altar.

En la entrada estaban dos pajes hartos del traje que se veían obligados a usar y las damas de honor vestidas de un rosa Maiot viéndose nerviosas sin decir nada, la novia había salido detrás de ellas.

El novio no se movía y no veía a nadie a los ojos por miedo a ver sus miradas de lástima, pero de todos modos podía sentir las miradas de sus padrinos detrás de su cuello, las sentía atravesándolo pero nadie abría la boca.

Había un murmullo lo suficientemente bajo para poner a ciertas personas nerviosas. Al parecer la novia se había retrasado y el novio no dejaba de ver a la entrada en busca de su prometida.

George no soportó los nervios y miró el reloj de su muñeca, no entendía qué era lo que había pasado, había hablado con ella un día antes y parecía bastante decidida, pero esos 20 minutos de retraso no le gustaban y todos parecían concordar con él. Se sentía simplemente confundido.

Grace sabía que iba tarde, pero había tenido unos contratiempos, trataba de caminar lo más rápido posible pero los tacones y el vestido no se lo permitían, se iba a sentir horrible al ver todas las miradas llenas de enojo hacía ella, pero mejor llegar tarde a no llegar, ¿no?

Al llegar a la iglesia comprobó lo que había pensado, todas las miradas se dirigieron a ella y ella solo pudo dar una sonrisa de disculpa, pero entonces se dio cuenta de algo, la boda aún no comenzaba, estaba segura que ella se había atrasado más de 20 minutos, y como verificó que, efectivamente, la novia no estaba en el altar.

Como pudo se movió por la última fila de asientos y ocupó uno vacío y con su bolso igual de grande que una estuchera reservó el asiento de alado.. La verdad no se sintió mal por las miradas que le dirigieron, porque en ese momento entendió que todo mundo pensaba que era la novia y se decepcionaron cuando solo vieron a una invitada que llegaba tarde, todos menos una persona.

George estaba sentado como a mitad de la iglesia en una orilla, todavía su mirada pasaba al altar, para darle una mirada preocupada al novio y otra a la entrada, su cabeza parecía que estaba viendo un partido de tenis, justo había sido turno de mirar al novio cuando vio a varias cabezas voltearse y él en un deseo de que fuera la novia, también lo hizo, pero solo había sido una invitada que acababa de llegar.

Primero se sintió un poco decepcionado, pero dejó su mirada puesta en la joven que entró, que al sentir todas las miradas sobre ella, decidió agachar su mirada y buscar un lugar en la última banca de la iglesia. Por un momento se le hizo conocida pero mientras él trataba de recordar de dónde la conocía la marcha nupcial comenzó.

En la puerta ya estaba la novia. Los pajecitos se colocaron en su lugar para cargar la cola de la novia y las damas de honor se colocaron en orden para pasar primero. Los padres de la novia se pusieron en cada lado para escoltarla y comenzaron a caminar, como si los 25 minutos que habían perdido jamás hubieran existido. George vio a la novia caminar con gracia como si flotara hasta el altar pero en cuanto avanzaba la vio. Ahí estaba, estaba seguro que era ella.

Todo el color que el novio había recuperado, George lo había perdido. Grace aún no lo había visto, lo cual le dio más tiempo para quedarse viéndola. Ahora entendía porque no la había reconocido, el corte de cabello era nuevo, pero el color era el mismo, el tonto cabello era lo que lo había confundido, porque todo lo demás estaba exáctamente igual.

Habían pasado seis meses desde que la había visto, el verano ya casi llegaba a su fin y se sorprendía de tener tan buen clima ese día, puesto que las lluvias habían predominado ese mes, pero eso no importaba.

Deudas Pendientes /Libro 1/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora