Capítulo 1

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El anochecer comenzaba a ocultarse, y con la luna bajando los primeros rayos de luz del día aparecían regalando esas tonalidades amarillentas que te hacen sentir acogido por el cielo.

Una de miles de alarmas hicieron que la chica que se encontraba plácidamente recostada en su cama estirara su brazo para lograr apagarla haciéndole saber que otro día comenzaba. Se quejó en voz alta a pesar de que nadie la escuchaba, sabía que no debía desvelarse viendo esa película que bien podría terminar a la tarde siguiente. Pero todo esto se compensaba al saber que después de este día sus vacaciones comenzaban, ¡oh esperadas vacaciones decembrinas!

Vacaciones por las fiestas navideñas, las más esperadas del año, y las últimas.

En realidad solo eran dos semanas de vacaciones, pero eran más que las necesarias para descansar, dormir y recomponerse. Despertar a la hora que quisiera, trabajar en hobbies atrasados, por ejemplo esa "bufanda" que había dejado a la mitad y todo lo que se le pudiera ocurrir. Pensaba en, por ejemplo, pintar su sala, comprar algunos libros y aprender una receta nueva, adoraba cocinar. No pensaba salir de la ciudad, después de todo, en Nueva York siempre hay mucho por hacer y más durante estas épocas decembrinas.

Se levantó de la cama y fue directo a preparar una taza de café, donde unas cartas que había tomado ayer por la noche de su buzón sobresalían, las tomó y comenzó a ver las cartas para abrir las de más alta prioridad. Estados de cuentas, cartas del trabajo, suscripciones e invitaciones para el gimnasio. Pero dentro de todo ese catálogo había una que normalmente no recibía, misma que captó su atención.

Al abrirla se dio cuenta de que la carta que estaba dirigida hacia ella, era del banco, donde le aseguraban de que si no saldaba su deuda con ellos se verían en la necesidad de embargar sus bienes. ¿De qué hablaban? Ella solo tenía ese departamento, no podían quitarle su casa.

Asustada, dejó la carta de lado y se puso a prepararse para ir al trabajo. Después de todo, era su último día antes de poder descansar, así que iría y después asistiría al banco a arreglar ese pequeño mal entendido. Posiblemente el banco sería un caos, tendían a cerrar durante las fiestas y mucha gente dejaba las cosas para el final.

Estaba colocándose su maquillaje diario cuando unos golpes espantosamente ruidosos en la puerta hicieron que su rimel casi se corriera. Ella se apresuró a la puerta y por la mirilla vio del otro lado a dos hombres de trajes baratos y algo desarreglados. Ambos tenían un semblante serio y tenían algunos papeles en la mano. Uno revisaba el reloj de su muñeca.

Grace no tenía que abrirles para saber quienes eran. ¡Los del banco! Habían venido a estimar los precios de la casa y del resto de sus posesiones. La castaña corrió de vuelta a donde había aventado la carta y se dio cuenta de la fecha. Esa carta había sido emitida hace dos meses y jamás la revisó, porque ella jamás revisaba su correo. No solo eso, en la carta mencionaban las veces que habían intentado localizarla esperando su respuesta. Ella normlamente no revisaba las cartas del banco, después de todo, ella sabía lo que gastaba cada semana. Eso significaba que ya no podía ir al banco a negociar.

Se golpeó la frente mientras trataba de no hacer ruido, de esa manera sus visitas inesperadas se irían.

—¿Señorita Bloom? —Escuchó como le hablaban y sintió su estómago encogerse.

—¡Señorita Bloom, abra! —Otra voz más intimidante gritó haciendo brincar a la castaña en su lugar.

Ella sabía lo que significaba que ellos estuvieran en su puerta. O pagaba o iría a la cárcel y su propiedad al banco. Trató de no vomitar mientras su cerebro elaboraba más casos donde todo terminaba mal para ella.

Deudas Pendientes /Libro 1/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora