Epílogo

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—¡George! Será mejor que te apures. Tienes cita con la señora Gorman a las 11:00. Después tienes que recoger mis camisas de la tintorería y dejar el paquete para Jesse. Y después de eso no se te olvide que tienes que pasar a las 7 por tu familia al aeropuerto. De la cena me encargo yo. —Grace se acaba de terminar de poner un arete para comenzar con el otro.

George que estaba terminando de abrocharse la camisa se acercó a su esposa y le dio un beso en su sien.

—¿Podrías dejar de tratar de controlar todo?

—Samuels, llevamos dos años casados, yo esperaría que tú te acostumbraras a esto.

—Amor, ya casi es Navidad, tranquila.

—No. —Grace se puso de pie y fue a tomar sus zapatos. —Por cierto, iré a revisar que la casa que tu familia rentará esté lista.

—Ok. —Ahora estaba poniendo su corbata en orden. —Pasaré a la oficina antes de mi cita con la señora Gorman, ¿Quieres que te lleve?

—No, yo no iré directo a la oficina, tengo que recoger algo. —Su esposo la miró con una interrogante. —No te diré, es secreto.

—¿Acaso me estás engañando?

—Me descubriste, he estado viendo a alguien a tus espaldas. —El pelinegro sonrió al ver a su mujer tomárselo con calma. —Se llama Gary, nuestro pintor, ¡Ese hombre hace que mi corazón se acelere! —George rodó los ojos. —Necesito hablar con él, no me gustaron las pruebas de color que hizo una vez que se secaron, quiero que ponga estas, para ver por cual nos decidimos. ¿Qué opinas?

—Está bien pero eso no explica el secreto.

—Iré a recoger tu regalo, y no quiero que espíes como la última vez.

—Bueno, en ese caso,será mejor que me vaya, te amo. —Su esposo se volvió a acercar a ella y le dio un beso de despedida. —Es en serio Grace, ve con cuidado, las nieve está horrible. Si necesitas algo me llamas.

—No te preocupes, amor. Por cierto, Oliver y su hijo van a venir a cenar ¿ok? Está Navidad le toca pasarla con él.

—No tengo problemas con tu sobrino, ¿pero tiene que venir él?

—Compórtate, es mi hermano.

—Solo por ti. Te amo. —George tomó su maletín, celular y abrigo para salir de la casa.

—¡Te amo! —Grace gritó y la puerta se cerró.

Grace sonrió, no podía ser más feliz, se dijo mientras se servía una taza de té de menta y aprovechaba el silencio y comodidad de su casa.

George y Grace habían tenido una gran oportunidad con varios clientes importantes en la editorial. Eso hizo que el negocio de Grace subiera como burbujas de champaña. Los primeros dos años fueron un éxito, (difíciles pero un éxito al final del día).

La oficina se había ampliado y había podido rentar los dos pisos de arriba del edificio donde habían comenzado. Y su noviazgo iba viento en popa.

Al tercer año, Grace le prestó el dinero a George para poner su restaurante-bar a un lado y George decidió pedir un préstamo al banco para completar, y así otro reto comenzó, con el préstamo que la castaña le realizó a su novio más él que él tuvo que pedir, vivían muy apretados, George decidió que era momento que se fueran a vivir juntos, después de todo, siempre dormían en cualquier departamento de ellos, ya fuera el de ella o el de él. Grace puso en renta su departamento para conseguir un ingreso extra y se mudó con George, que quedaba más cerca de la oficina.

No solo había perdido un colchón de dinero como seguridad si algo pasaba, también había perdido a su editor estrella (claro que no era mejor que ella). George había decidido tomarse un tiempo de la vida editorial y adentrarse al negocio de atención al cliente, eso había sido otro golpe para Grace.

Deudas Pendientes /Libro 1/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora