Capítulo 3

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—¿¡Acaba de vomitar sobre mí?! —George gritó con confusión mientras el olor a vómito inundaba su sentido del olfato. Al voltear hacia abajo solo comprobó lo que ya sabía. El sandwich y café que había tomado su compañera de viaje reposaban sobre sus zapatos.

No pudo decir otra cosa porque la causante de semejante acto acababa de irse corriendo en busca del baño.

El compañero de asiento de George hizo una mueca de asco y llamó a una azafata con el botón, la cual no se tardó en llegar, él gritaba y vociferaba que quería que lo cambiaran de lugar, George solo se quedó ahí esperando a que la azafata terminara de lidiar con el idiota de un lado y le dijera que hacer.

Grace pudo sentir el vómito subir y no hubo nada que pudo pararlo, no sabía si era el estrés, el alcohol que consumió en la mañana, la falta de comida, el odio por los aviones o todo junto. Lo único que sabía era que acababa de vomitarle a un persona.

Al entrar al baño un horrible olor estaba presente pero eso ya no importaba ahora, solo necesitaba echarse agua en la cara, limpiarse un poco el suéter que ensució y salir en busca de un dulce y perfume para deshacerse del olor.

—Grace. —La voz molesta de George se escuchó desde el otro lado de la puerta. Luego unos golpes. —¿Todo bien?

—No. —Dijo ella por el enojo y vergüenza que ahora sentía.

—Sal. —El hombre estaba algo desesperado. Esto no era la forma de cómo quería comenzar sus vacaciones.

—Deje que termine de limpiarme. —La chica se agachó para tomar un poco de agua y luego escupirla. Así varias veces hasta que aceptó que con solo agua no se quitaría el mal sabor de boca.

Respiró profundamente para después salir de ahí. Y lo primero que vió fue la cara de George seria, esperando por ella, no tenía sus zapatos, sus pies estaban cubiertos de bolsas de plástico y podía ver como su pantalón estaba algo manchado y húmedo.

Una azafata había llegado con ellos para informarles que los habían cambiado de lugar mientras le tendía un vaso de jugo y una pastilla para el mareo a Grace. Ella lo aceptó con gusto.

—Siempre pasa, así que no se aflige. —Dijo mientras le daba una sonrisa amable, como cualquier persona se lo da a un cliente. —Y sí se les ofrece otra cosa a usted o a su novio, o se vuelve a sentir mal solo haganlo saber.

Grace ya se había sentado en los nuevos asientos y cerrado los ojos mientras asentía, solo quería estar quieta por un momento y poder calmarse. Sintió como George se sentaba a su lado mientras dejaba salir un suspiro cansado.

—De verdad siento todo este embrollo al cual lo he arrastrado. —Grace dijo aún con los ojos cerrados.

—No se preocupe, yo accedí, ¿no es cierto? —Ella volteó a verlo con media sonrisa, aún apenada. —Aún así, junto al boleto de avión, creo que me debe unos zapatos nuevos.

—Anótelo en mi cuenta. —Grace trato de sonreír por ese intento de mejorar su humor, no lo diría pero funcionó. —Por cierto, ¿ahora qué haremos?

—Yo voy a dormir, es un viaje de 4 horas.

—No, me refiero a sus padres, ¿qué les diremos? —La comezón volvía a apoderarse de Grace.

—No se preocupe con eso, tenemos 4 horas, ¿puede estar calmada por un segundo?

—Tal vez, pero seguiré inquieta todo el camino.

—Mientras se mantenga en silencio y sin vomitar, está bien por mí. —George cerró sus ojos mientras se colocaba sus audífonos dispuesto a ignorarla por lo que quedaba del viaje.

Deudas Pendientes /Libro 1/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora