Cuatro

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Durante las siguientes semanas Lydia estuvo viniendo siempre a casa, algo que me sorprendía, porque nunca lo había echo. Lydia se quedaba mirando fuera de la ventana, y cuando Blas la saludaba se ponía roja como un tomate y también le saludaba. Un día, sin más, le pregunté si le gustaba.

- ¿Qué? ¿A mi gustarme alguien? No. Es que veo que casi no paso tiempo contigo.

- Pues eso no es lo que parece, porque vienes aquí y te pones a tontear con él mediante signos.

Ella se sonrojó y no siguió negando. Cuando se fue, a la hora de comer fui a ver a los chicos. Les invité a comer a casa. Dijeron que tenían trabajo, pero que por una o dos horas no pasaría nada.

Llamé a Blas mientras estaba acabando de preparar la comida. Quería preguntarle un par de cosas.

- ¿Que pasa?

- Necesito preguntarte una cosa.- Le comenté mientras intentaba cojer una bolsa con especias.

- Dispara. ¿Que te reconcome?

- ¿A ti te gusta Lydia?- Lo miré de reojo.

Quedó parado por unos segundos. Luego abrió los ojos como si fueran platos.

- ¿Qué? ¿Quién? ¿Lydia?

- Va venga. Se os nota. Además Lydia nunca se había comportado de esta manera, o había venido tanto por aquí.

- ¿Le gusto? ¿Yo a ella?

Reí fuertemente. Realmente no se había fijado en como lo miraba. Era una situación bastante cómica. Sin darme cuenta Dani apareció por la puerta.

- ¿Interrumpo algo?- Preguntó vergonzoso.

- No. Blas ya se iba.

Dani cogió un vaso lleno de agua y se fue, con la mirada fija en el suelo. Yo roja, y mis pulsaciones aceleradas. Ninguno dijo nada en varios segundos.

- Te he cogido un vaso con agua.

- Vale.- Respondí, claramente con una sonrisa.

Blas volvió a aparecer en seguida, pero el timbre de la puerta interrumpió lo que él iba a decirme. Me dirigí a abrir la puerta. Era Lydia.

- ¿Que haces otra vez aquí?- Le pregunté.

- Es que me he dejado el bolso.

- Ya sabía yo que esto era incómodo.- Dani se acercó con su bolso en la mano.- Estaba debajo del cojín.

Lo cogió y miró dentro de casa. Vio a Blas, porque se volvió a poner roja. La invité a pasar la tarde, porque era ya las tres, y los autobuses hasta las cinco no volvían a pasar.

Preparé la mesa e hice que ellos se sentaran juntos, yo me senté entre Carlitos y Dani.

Cuándo ellos se iban perdimos de vista a Lydia y Blas. Miré en todas partes, menos en la cocina. Estaban en un rincón besándose. En cuanto me vieron bajaron la mirada y él se fue. Dejándonos solas.

- Pensaba que nunca lo admitirias.- Le dije con una sonrisa.

My Electric Angel [Dani Fernández]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora