Diecisiete

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Álvaro negó con la cabeza, en cambio, los demás, se quedaron petrificados. Y en un momento dado me fijé en que solo eran ellos cuatro, Alicia, y yo. Dani, faltaba Dani. Cogí a Carlos por la manga de la camiseta y lo llevé al salón, donde estábamos a solas.

- ¿Se puede saber donde esta Dani? - Fruncí el ceño. Crucé los brazos. Carlos alzó los hombros, en señal de no saber nada. Y sin darme cuenta de como había entrado, Alicia apareció entre Carlos y yo. - Alicia, te vas a quedar un momento con estos cuatro charlatanes, ¿Vale? - Carlos intentó reprimir una sonrisa, pero no lo consiguió.

Salí de allí y miré por la pequeña ventana del garaje. Su coche no estaba. Me senté en las escaleras de su casa, abrazando mis piernas. Cuando me dí cuenta, Carlos estaba agachado delante de mí, abrazándome. Los demás estaban asomados en la ventana de mi cocina.

- Dani se fue ayer por la tarde y aún no ha vuelto - Me dijo Charlie, mirándome con sus ojos brillantes -, me comentó que iba a ir al centro de Madrid, pero no me dijo el porqué.

Entonces me volvió a abrazar, y entonces empecé a llorar, no sabía ni porqué, pero lo hacía. No sabía cuanto tiempo estuve entre sus brazos, pero le había mojado todo el hombro de la camiseta. Un sonido de un motor, me desconcertó; vi una mancha roja. ¡Dani! Corrí hacia él. Me miró a los ojos, cuanto había añorado esos ojos azul cielo, donde me podía perder días, incluso meses.

- ¿Donde habías estado? - Pregunté, aún con lágrimas en los ojos

- Me fui a ver a unos colegas, ya que estos no me dejaban ver el partido de fútbol - Sonrió, y me secó las lágrimas con su dedo pulgar -. Pensé que no querías verme más.

- Ah, te presento a mi hermana - Me acerqué a su oído -. La he conocido hoy - Le susurré riendo.

Alicia se sonrojó. Dani, conmocionado, levantó la mano en señal de saludo. Reí silenciosamente, y me miró. Entonces le besé. Carlos, al ver lo roja que tenía la cara Alicia, hizo una mueca de enfado, pero casi ni se percibía.

Me despedí de los chicos, y le enseñé la habitación donde dormiría, hasta que encontrase donde se podía quedar. Y de repente, sonó de nuevo, el timbre. Bajé corriendo, y no había nadie, pero miré al suelo y vi un pequeño ramo de flores, con una nota.

Para la más dulce flor, siento haberte preocupado. El Atlético es mi vida, después de ti, está claro. Que quede claro, te quiero.

Dani.

My Electric Angel [Dani Fernández]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora