Una sola palabra: INCOMPRENDIDA [Completa✓] #1

Capítulo 1

¿Sabes qué es el Mutismo Selectivo?

No te sientas inculto si no conoces nada sobre este. Si no lo padeciera, tampoco sabría.

“El Mutismo Selectivo es un trastorno de ansiedad. Este consiste en que las personas afectadas, en determinados contextos o circunstancias, pueden llegar a inhibirse de manera tal que parecen mudos, a pesar de poder hablar normalmente en situaciones en las que se sienten cómodos y relajados.”

Ese es el concepto que le da la Wikipedia. ¿Les resumo como soy para que me entiendan?

Pues simple:

Odio comunicarme con otras personas que no sean mis padres y mi logopeda. A esta última le hablo por obligación, la muy intensa me ha sacado las palabras desde que me conoció. Trató con todas las maneras y sobornos, y lo logró. Soy una tonta, me dejé vencer muy rápido. Pero bueno, no me arrepiento de hablarle. Se ha convertido en una segunda madre para mí, y la pobre ha pasado un trabajo enorme conmigo; soy muy difícil de domar.

Bueno, lo que les contaba. Además de odiar comunicarme con las personas, como debe de quedarles claro, aborrezco cualquier contacto físico con ellas. O sea, puedo tocarte y no me muero, pero si me da cosa. Me da mucha incomodidad.

Por todas estas cosas, la gente desconocida, me trata como una mal educada o creída. Todo esto me resbala, si soy sincera.

El ser humano es tan tonto, hipócrita y malvado, que en vez de afectarme el tener este trastorno, creo que lo agradezco.

Mis padres piensan lo contrario. Desde que se enteraron de mi padecimiento, no han dejado de hacer todo lo posible por ser una niña normal. Los pobres, su única hija es un bicho raro.

Mi niñez no fue dura, a pesar de que padezco de Mutismo Selectivo desde que tengo uso de razón. Nací con temperamentos inhibidos, así que se puede decir que estoy acostumbrada a ser esto. A ser yo. Pero hay veces que notó que mis progenitores no piensan igual, que no me comprenden.

Me llevaron al kinder, aunque lloraba todas las mañanas porque odiaba el ruido que hacían todos esos niñatos. No me hicieron caso, nunca tuvieron en cuenta como me sentía. Querían volverme normal, pero a la fuerza no conseguirían nada.

Eso lo notaron en cuarto grado de primaria, cuando, por suerte, me sacaron de aquel infierno llamado escuela. Estudié en casa hasta los días de hoy. Y no, no soy bruta, soy bastante lista. Algo característico de mi trastorno es la curiosidad, así que soy muy curiosa y me la paso navegando en Google o leyendo libros. No tengo amigos, así que tiempo me sobra para hacer eso y para ver películas. Sí, soy una loca amante al cine.

—Ya te compré los libros de la escuela —Me Informa mi querida madre, nada más entra a mi habitación. —. Ponte los lentes y despégate de la pantalla. —Me riñe, ya que tengo la laptop muy pegada en mi rostro. Le hago una seña de “Ok” y despego el dispositivo de mi vista. Cuando sale nuevamente por la puerta, vuelvo a ponerlo donde estaban. Ayer rompí los espejuelos, nuevamente, así que ando algo ciega. Si se entera, me mata. Al menos me quedan las lentillas, pero me da pereza ponérmelas y me incomodan un poco.