Capítulo 4

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—“Que no te dé penita, yo lloro todo el tiempo, cuando pienso en mi abuelita o cuando pienso en gatitos o en mi abuelita besando un gatito o en la abuelita de los gatitos

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—“Que no te dé penita, yo lloro todo el tiempo, cuando pienso en mi abuelita o cuando pienso en gatitos o en mi abuelita besando un gatito o en la abuelita de los gatitos.” —me carcajeo fuertemente por las palabras de burro en la película de Shrek.

—¿Y esa risa? —pregunta risueña mamá cuando llega de su trabajo, me encuentro viendo las películas en la sala.

—Burro —me mira sin entender, luego ve hacia el televisor y entiende todo. Niega divertida.

—Deberías de dejar de ver tantas películas y salir con tus amigos. Eso ni siquiera es divertido.

—No arruines mi tarde, por favor —elevo las manos al aire. Mamá no dice nada más, simplemente sube las escaleras, de seguro se va a cambiar de ropa.

(...)

—El teorema de... —mi mente se volvió un blanco total nada más el profesor de matemáticas empezó a hablar de los teoremas. Y no es que odie matemáticas, es que es la primera clase del día y tengo sueño. Ayer me acosté bien tarde viendo la saga: “Mi abuela es un peligro”. Bueno, en verdad la estaba repitiendo, hace ya bastante tiempo desde que la vi y la volví a repetir.

Soy de las personas que pueden volver a ver un millón de veces una serie o película y no se cansa o aburre. Es como si viera todo por primera vez. Aunque casi siempre termino aprendiéndome los diálogos de memoria.

Siento que me picotean el hombro. Levanto la cabeza de la mesa y miro hacia atrás.

—¿Me pasas la goma de borrar que se me cayó? —pregunta la chica que se sienta detrás de mí, esta tiene el pelo rubio y unos ojos bien azules, sus cachetes son redondos y con un leve rubor en ellos, al parecer, natural. Sinceramente, se parece a una de las muñecas de porcelana que tiene mi abuela como reliquia familiar. Creo que tienen como mil años, son muy, pero muy antiguas. Mis primas siempre las querían coger para jugar con ellas, pero mi abuela no las dejaba. Yo tan siquiera las miré dos veces, me daban, y me dan, un poco de miedo.

La chica chasquea los dedos en mi rostro y yo vuelvo a la tierra, mis pensamientos me habían llevado a la luna. Localizo la goma de borrar en el piso al lado de mi silla. Es muy mona, tiene forma de un oso panda.

—Gracias —me dice cuando se la doy. Yo le sonrío sin mostrar los dientes, tratando de que no parezca una mueca, sino una sonrisa.

La chica no me cae mal, apenas y hemos interactuado dos veces por gestos, la primera vez fue porque estaba interrumpiéndole el paso. Noto a simple vista que no es muy sociable, diría que también un poco rara, pero, comparada conmigo, es demasiado normal.

Una sola palabra: INCOMPRENDIDA   [Completa✓] #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora