Capítulo 3

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—Un pajarito me dijo que estabas aquí —La voz de la profesora de español me asusta, ocasionando que de un saltito en el lugar

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—Un pajarito me dijo que estabas aquí —La voz de la profesora de español me asusta, ocasionando que de un saltito en el lugar. La miro con cara de espanto. —. Lo siento si Miss Ortiz te hizo pasar por un mal rato. No estuvo en la reunión donde se nos informó de ti —Eso explica todo. —. Ella no es mala —La miro encarando una ceja. —. Bueno, sí, es de lo peor —Tengo que reír, no lo puedo evitar. —.  ¿Tienes hambre? Ya es la hora de almorzar. ¿Por qué no vas a la cafetería y comes algo?

Tomo la mochila y saco los sándwiches que mamá me preparó y el refresco que compré en una parada que hice antes de venir aquí.

—Oh, vienes preparada —Asiento. —. Entonces te dejo para que comas tranquila —Le doy una mirada algo extraña. —. Tranquila, no se lo diré a Bianca.

—Gracias —susurro y le doy una pequeña sonrisa. La de ella se incrementa y se va.

Por fin sola, de nuevo.

(...)

Entro despacito al aula. Ya la hora del recreo pasó, lamentablemente. Muchas miradas recaen en mí, pero mi vista no se desvía del suelo, solo siento el peso de esas cuantas miradas y las veo de refilón. Al parecer, notan mi incomodidad, porque miran hacia otro lado.

Pongo la mochila en mi puesto, pero, cuando estoy a punto de sentarme, una mano jala la mía y un cuerpo caliente impacta contra el mío. Me están abrazando, Mael me está abrazando. ¡Me están abrazando! ¡Alerta roja, alerta roja! Mi corazón se está acelerando, pero no por nada romántico, simplemente porque su cercanía, ni la de nadie más, es de mi agrado.

Prácticamente, Franco lo tiene que despegar de mí. Mael lo mira con reproche.

—Lo siento, es que estuvo preguntando por qué saliste así, le conté tu situación y él es muy sentimental —explica Franco y veo la cara de Mael. Tiene los ojos algo aguados.

— ¡Eres fuerte! —Grita, y no entiendo a que se debe la frase. Pero si entiendo que grita por mi “sordera”. — ¡Vienes a la escuela normal, no a la de discapacitados! ¡Eres normal, yo te ayudaré a serlo! —Sigue gritando y me vuelve a abrazar. Dios, dame paciencia. Que este no sea así siempre. Me caía bien, ya no.

—Es algo intenso —habla Franco, apartándolo, de nuevo, de mí.

— ¡Tengo corazón, animal! —quiero reír por su rostro.

“Se fuerte Alaia, se fuerte”

(...)

— ¡Hola!

— ¿Qué haces aquí? —Pregunto sin entender a Bianca. —Pensé que mis padres me vendrían a buscar. —Digo desconcertada entrando a su auto.

—Les pedí que me dejaran venir a por ti. Quería saber de primera mano que tal te fue en la escuela.

—Ya tu hermana te habrá dicho.

—Quiero escucharlo por tu propia boca. Según ella, te fue de maravilla y te adaptaste muy bien. Pero te conozco, sé que esto no fue así.

Una sola palabra: INCOMPRENDIDA   [Completa✓] #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora