Capítulo 25

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Narrador Omnisciente

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Narrador Omnisciente

“Alaia Daniels, ¿no qué era sorda muda? En este video se nota todo lo contrario. Hemos sido engañados. Millones de preguntas se formulan en nuestra mente: ¿Por qué dijo tener estos impedimentos? ¿Acaso no tiene consideración con las personas que si tienen tales pérdidas? En esta chica no existe ni una pizca de humanidad o empatía. Tan inocente que se veía... Sin palabras”

Atentamente: Arcoíris

Nelly fue la primera persona que se le vino a la mente a Alaia tras leer la firma. Su secreto había salido a la luz, y lo peor, sería juzgada sin que la gente supiera su versión de la historia.

La impotencia se le acumuló y volvió a llorar, hasta que empezó a acelerarse su corazón y un nuevo ataque de pánico salió a la luz. Toda la relajación que el sueño le produjo se desvaneció.

Una vez logra controlarse, y el ataque de pánico concluye, va hacia la gaveta del escritorio y toma un frasco de somníferos, uno que ocultó de sus padres. Hacía tiempo que no tomaba de estas pastillas, desde aquella depresión, y justo a ahora iba a caer de nuevo.

Sabía que no debía, no después de aquella adicción que adquirió; pero necesitaba estar relajada y no pensar más.

(...)

Un nuevo día, fue lo que vio Alaia a despertar. Un día oscuro y lluvioso, como si el tiempo la acompañara en su tristeza, negándose a salir el sol. Unos pequeños y tímidos golpes interrumpen la mente en blanco de la chica:

—Alaia, hija, ábrenos. Por favor —llamaba la angustiada madre. No obstante, la chica de cabellos castaños no respondió; siguió manteniendo su vista al techo de la habitación, perdida en su mundo.

—Hija, por favor. Tienes que comer algo, al menos, aunque no nos veas el rostro —habla esta vez su padre, quien unos minutos después sin respuesta; con miedo a la reacción de la chica, abre la puerta cerrada con seguro con la llave que tenía de repuesto y deja un plato de comida en su escritorio. Alaia no lo mira en ningún momento. Una vez fuera, es que se levanta y vuelve a poner el seguro. Mira el plato de comida sin expresión, para luego ir y votar en la basura de su baño la comida. Su estómago se encontraba totalmente cerrado, tenía muchas cosas en la que pensar y comer no estaba dentro de esas.

Así pasan los días. Día y días pasaban y no habían cambios: Alaia sin salir de su habitación, sus padres tratando de que hablara con ellos y llevándoles alimento con la esperanza de que en un momento probara un bocado, los chicos visitándola esperando de que al menos los escuchara un minuto y su logopeda sintiéndose culpable e intentando también conversar con la chica.

Una sola palabra: INCOMPRENDIDA   [Completa✓] #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora