Piel lechosa, que le daba un aspecto tan delicado. Acompañado de unos grandes ojos azules, tan profundos y brillantes como los zafiros. Y un suave y sedoso cabello celeste. Bam creía que se trataba del chico de sus sueños, pero Khun en realidad era...
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Los días pasaban cada vez más lento para Bam, en las mañanas siempre salía a caminar con Hwa Ryun, eran minutos de silencio absoluto donde a veces ella finalmente lo rompía y le explicaba a Bam que pronto tendría un profesor particular que lo pondría al día con sus estudios para que el siguiente año pudiera ir finalmente a clases.
Pero las tardes eran los momentos más esperados para el castaño, pues pasaba toda la tarde practicando el alfabeto con Rachel y haciendo ejercicios de vocabulario y lectura para que el de ojos dorados pudiera empezar a hablar normalmente de nuevo. Sin embargo, cada cosa que Rachel le enseñaba era como desenterrar recuerdos de su mente cubierta de telarañas que le impedían recordar. Entonces Bam aprendía tan rápidamente que empezaban a resultar monótonas las clases, y cada día le pedía a Rachel que le enseñara algo más avanzado.
La rubia siempre se mostraba reacia al principio, pero finalmente cedía y así Bam fue avanzando con una rapidez descomunal en aquella semana.
Una vez llegó el lunes, Bam se paró delante del espejo de su habitación y empezó a mover sus labios, simulando hablar, como todas las mañanas hacía. Luego, se agarró con suavidad la garganta y empezó a intentar formular una frase.
—B-buenos… días…— Decía Bam, notando que arrugaba un poco las cejas por el pequeño dolor que sentía al forzarse a hablar.— ¿Cómo…?
Pero no podía seguir, así que se resignaba y bajaba las escaleras para ir a desayunar y salir nuevamente a caminar junto con Hwa Ryun, como todas las mañanas. Aquello le servía a Bam para ejercitar sus piernas y ya llegando a aquel extremo, el chico ya no sentía las piernas entumecidas.
Sin embargo, una vez puso un pie en la cocina, fue recibido no por Hwa Ryun sino por aquel hombre de cabellos rubios que siempre llevaba puesto un hanbok, Yu Han Sung.
El hombre se dio la vuelta hacia él, y entonces Bam notó que a su lado había otro hombre de cabellos rubios, aunque su corte de cabello era levemente parecido al de Bam, pero un poco más largo en la nuca. Llevaba puesto un traje de vestir negro con algunos detalles blancos.
—Buenos días, Bam.— Saludaba el hombre adicto al café, Bam pensó en responderle, pero como no se creyó capaz todavía, se limitó a inclinarse ligeramente aparentando un saludo silencioso.— Te presento a tu profesor, Lero Ro.
El hombre se inclinó también respetuosamente, saludando a Bam. Sus ojos eran amarillos, casi del mismo tono de los de Yu Han Sung, y tenía un lunar en cada mejilla.
¿Así que ese era el profesor del que le había hablado Hwa Ryun?
—Bien, hoy será tu primera clase, Bam. Ve a desayunar y luego ve a la biblioteca, Lero Ro te estará esperando allá.
Dicho eso, Yu Han Sung le hizo una seña al otro hombre, y ambos se perdieron en algún pasillo de los de la planta baja de la casa. Y Bam suspiró, pensando algo afligido que quizás no podría seguir caminando en las mañanas, e incluso si las clases tardaban mucho, se verían afectadas sus clases con Rachel también.
