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Todo estaba desesperadamente silencioso

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Todo estaba desesperadamente silencioso. Como era usual.

El moreno caminó lentamente hasta la que era su habitación. Se quedó de pie por un buen rato en la entrada, observando con sus ojos rojos que todo estaba justo como lo había dejado.

Finalmente suspiró, adentrándose en la habitación y abriendo las puertas del closet que ni siquiera usaba, pues siempre dejaba su ropa tirada por todas partes menos allí dentro. Metió la mitad de su cuerpo, buscando una caja que sabía que estaba allí.

La vio tirada en una esquina, casi imposible de notar, pues encima había un montón de cajas más, bolsas y paquetes con comida. Los quitó todos, con brusquedad, lanzándolos a un lado en el suelo.

Luego se agachó y revisó la caja, removiendo todo lo que había allí. Cuando encontró lo que buscaba, lo sacó, con una sonrisa triunfadora.

-Rak.- Llamó una voz conocida. El moreno brincó en su lugar, casi dejando caer el anillo que sostenía en sus manos.- ¿Qué haces aquí? Deberías estar en clases.

Rak refunfuñó, en su lugar. Volviendo a poner todo en donde estaba antes, excepto el anillo que había estado buscando. Pero antes de cerrar el closet, sacó varios paquetes de comida y los guardó todos en su bolso.

-Tenía dos horas libres, así que pasé rápido por aquí para buscar unas cosas.

-Rak, ¿Saliste de tu salón de clases sólo para venir a buscar paquetes de comida?

El moreno alzó su mirada hacia el señor que le hablaba. Tenía el cabello blanco, como la misma nieve, y su piel era tan morena como la de Rak. Sus ojos eran azules, y miraban al menor con reproche. A lo que éste bufaba, colgando su mochila sobre sus hombros y apretando el anillo, escondido en su mano.

-Era necesario.

El pelinegro intentó salir a paso rápido de su habitación, pero el hombre que había sido su cuidador, lo detuvo.

-¿Por qué te llevas ese anillo? Sabes que aún no es tiempo de usarlo.- Analizó a Rak con sus profundos ojos azules, mientras este apartaba la mirada. Sabía que habría sido muy fácil salir de allí sin que él se diera cuenta de que se llevaba ese anillo.

-Lo sé. Normalmente habría decidido esperar, aunque soy muy impaciente...

-¿Pero...?

-Pero ahora lo necesito. Debo usarlo para proteger a mis compañeros.

El peliblanco abrió sus ojos de par en par, sorprendido. Era obvio que reaccionaría de esa manera, pues Rak nunca fue del tipo de persona que protege a nadie más que a sí mismo.

-¿Por qué los protegerías? No es común viniendo de ti.

Rak se quedó en silencio, por un largo rato. Recordando cómo se había sentido al ver al castaño llorando mientras sostenía a un peliazul inconsciente en sus brazos. Por su culpa.

ʸᵒᵘ ᵃʳᵉ ᵐʸ ᵗʳᵘᵉ ˢᵗᵃʳ | ᴷʰᵘⁿ ˣ ᴮᵃᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora