Piel lechosa, que le daba un aspecto tan delicado. Acompañado de unos grandes ojos azules, tan profundos y brillantes como los zafiros. Y un suave y sedoso cabello celeste. Bam creía que se trataba del chico de sus sueños, pero Khun en realidad era...
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Bam ya estaba cansado, sentía que sus piernas podrían fallar en cualquier momento. Había estado caminando por lo que parecieron horas junto a Khun, Leesso y Hatsu. El pelinegro estuvo buscando ropa y unas mascarillas que cubrían la mitad de su rostro, lo cuál confundió un poco a Bam. Khun también compró ropa y algunos aretes, Bam lo había ayudado a elegir algunos, y por supuesto Hatsu estuvo molestando a Khun todo el tiempo.
Bam, a pesar de que no había querido gastar más dinero, fue obligado a comprar zapatos y pijamas, pues recordó que no había comprado esas cosas. Al final, Bam se dejó caer en unos de los sillones que habían en los grandes pasillos del centro comercial. Luego de un rato, sintió el sillón hundiéndose a su lado, y cuando se giró a ver de quién se trataba, se encontró con los ojos zafiros que había tenido la dicha de ver.
—¿Estás cansado, Bam? Caminamos mucho.
Y el castaño asintió, demasiado cansado como para siquiera escribir algo en su libreta.
—Quizás sea hora de que llames a tus amigas para que te recojan y te lleven a casa. Ya es algo tarde…
Bam abrió sus ojos, sorprendido. ¡Cierto! Había olvidado que Hwa Ryun y Rachel le dijeron que no debía salir de la tienda en la que lo dejaron, y es que incluso habían salido del pasillo donde estaba aquella tienda. ¿Cómo se suponía que las encontraría ahora?
—Sólo te pedí una cosa, ¿Y ni siquiera fuiste capaz de hacerme caso?— Dijo de repente una nueva voz, Bam se sobresaltó, reconociéndola en ese mismo instante. Se trataba de Hwa Ryun, quién lo miraba de pie al frente de los sillones, luciendo más alta e imponente de lo que ya era. Estaba de brazos cruzados, mirándolo con enojo.
… O quizás ellas lo encontrarían a Él. Aunque Bam no veía a Rachel junto a la pelirroja. En ese momento, el castaño sólo deseaba desaparecer. Sintió sus mejillas arder con fuerza, la impotencia de no poder decir una palabra inundó su pequeño cuerpo, haciéndolo estremecer. ¿Por qué no podía hablar? Maldición, era un inútil.
—Hey, no le hables así.— Interrumpió la suave voz de Khun, que ahora sonaba con un tono de molestia.— Yo fui quién le pidió salir a otras tiendas. ¿Cómo puedes esperar que un niño espere solo, por horas, en una sola tienda, aunque esté en un gran centro comercial? Sería un enorme desperdicio.
Hwa Ryun dirigió su mirada hacia el peliazul, al principio, mirándolo con sorpresa, y luego sólo le dirigió una mirada de frialdad.
—Uno de los Khun, ¿Qué hace alguien como tú con uno de los integrantes de FUG? Tu padre estaría furioso contigo, Agüero Agnis.
Khun tarareó, con una sonrisa burlona en su inocente rostro. Era como un ángel con la personalidad de un despiadado demonio.
—Veo que soy reconocido, significa que he hecho un buen trabajo.— El de ojos zafiro se inclinó hacia adelante, apoyando sus codos en sus rodillas y mirando desde esa posición a la pelirroja.— Aunque claro, de todas formas, ¿Quién no me reconocería?