En la mansión Brookes, un par de días después de la fiesta.
Clara se despertó con mucha pereza y un poco de fastidio de su cama. Se estiró y frotó sus ojos para deshacerse de la sensación de somnolencia.
Como las cortinas estaban cerradas y no dejaban pasar ni siquiera un rayo de luz solar, recurrió al reloj en la mesita de noche al lado de su cama para saber la hora, que indicaba que eran las 5:30 de la mañana.
Tenía dos opiniones acerca de levantarse temprano. Por un lado dormir es uno de las mejores placeres de la vida, por otro lado, hay miles de otras cosas que puede hacer al estar despierta.
Una de esas cosas interesantes para hacer es ir a visitar a sus amigos, razón por la que tomándose unos minutos para despertar por completo, y no terminar cayendo de sueño después de unos pasos, se levantó de su cama a pesar de querer dormir hasta el mediodía.
Ella bostezó y se dirigió al gran baño conectado a su habitación, donde llenó de agua caliente la bañera y, luego de echarle un par de botellas que no tenía ni idea de qué hacían junto con la de jabón de burbujas, se quitó el camisón blanco que usaba como pijama arrojándolo a un lado y se adentró al agua para tomar un baño.
Un baño por la mañana siempre terminaba por despertarla, aunque debía admitir que aprovechaba la oportunidad para tardarse una hora en el baño y así compensar sus horas de sueño perdidas.
Una hora y media más tarde salió del baño, renovada por completo para iniciar un nuevo día.
Abrió su armario, llevando una mano a su barbilla, mirando con atención la docena de sudaderas moradas iguales.
Qué difícil decisión decidir cuál de ellas ponerse.
Al cabo de un rato bajó al comedor para tomar su desayuno, ya vestida con una sudadera morada y jeans azules.
—Su desayuno está listo, señorita.
Sebas apareció desde la cocina arrastrando un carrito con una bandeja encima, llevando el carrito hasta la mesa y luego dejó la bandeja sobre la mesa, levantó la tapa y reveló la comida: una hamburguesa, papas fritas y una soda dietética.
Incluso si está en París y hay mil y un delicias francesas por probar, las hamburguesas están entre sus comidas favoritas.
Pero hay algo que no está bien con este desayuno. Y no es que esté tan saturado en grasas que sea malo para la salud...
—Sebas, ¿por qué la soda es dietética? —cuestionó ella.
—Si sigue comiendo como lo hace, a la larga podría ser malo para su salud —respondió el mayordomo.
—Siento que estás tratando de decirme algo... —murmuró ella.
—Intento decir que si come de forma saludable y hace ejercicio, podría llegar a los sesenta años.
—¿Por qué solo hasta los sesenta?
—Porque no me sorprendería si en uno de sus experimentos terminara muriendo en un "accidente industrial" —explicó el mayordomo antes de salir del comedor, y ella no supo si él de verdad pensaba eso o lo decía en broma.
Luego de desayunar, continuó pensando en las sombrías palabras de su robot mayordomo hasta que salió de la mansión, no sin antes recuperar de su habitación un obsequio muy especial para cierta persona en particular.
Subió a su auto mientras escuchaba un resúmen de Arsenal sobre las noticias matutinas, y tarareó la melodía de la canción más reciente del famoso rockero Jagged Stone durante el tiempo que duró el trayecto. Aunque no era su fan número uno, tenía todos sus discos y sería un desperdicio no escucharlos.
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¡Reencarnada En Miraculous Ladybug! [Completa]
FanfictionUna chica, por contestar un extraño correo electrónico, termina reencarnando en un universo paralelo donde Ladybug y Cat Noir son reales, al igual que las amenazas que enfrentan. ¿Qué hará ella una vez conozca a sus héroes? ¿Intentará resolver sus p...