Capítulo 51

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El repentino impulso que Clara había tenido en la azotea era sobre ir a tomar una taza de su bebida favorita en todo el mundo. Una bebida tan exquisita y que puede tomar tantas formas, que ella la consideraba la verdadera ambrosía que los Dioses dieron de probar a los humanos.

El café.

Para ella, una sola taza de aquel líquido milagroso es más que suficiente para levantarle el ánimo cuando está deprimida, o ayudarla a soportar una noche sin dormir por cualquier razón que tuviera para quedarse despierta.

Y como el café era su bebida favorita, claro que tendría una forma de prepararlo sin importar adónde fuera; su mochila tenía incorporada una máquina de café. No obstante, el café que provenía de esa máquina no era del todo agradable para su gusto. Era solo... café sin más. Bastaba con presionar un botón para obtenerlo y el sabor siempre era el mismo.

Podría agregarle leche y azúcar, o crema, o cualquier cosa que se le ocurriera, pero al final solo era agregar más cosas para tratar de darle otro sabor a algo simple. Como agregarle sal a las papas hervidas.

No es que el café que preparaba la máquina de café en su mochila fuera malo, solo bastante promedio, algo que tomaría en su laboratorio mientras trabaja en sus artefactos porque no tenía las ganas suficientes para ir a la cocina y prepararse algo de calidad, o directamente ir a una buena cafetería donde el café sería hecho y servido por un profesional.

Y claro que sí tenía la oportunidad ella iría a una de las muchas cafetería en París para tomarse su tacita de café.

Por eso fue que tuvo la magnífica idea de dirigirse volando a una cafetería, de forma bastante literal porque equipó su armadura antes de alzar vuelo a los cielos de París, y luego aterrizando en un callejón a pocas calles del negocio.

Aunque tardó un par de minutos en llegar, y quería tomar un café de inmediato, no usó los portales. Le gustaba volar y apreciar el paisaje de la ciudad desde un punto alto. La teletransportación, tan genial como suena, arruina la magia de apreciar el viaje desde el punto A al punto B.

En cuanto entró a la cafetería, Clara respiró hondo, oliendo el inconfundible aroma de los granos de café mezclado con el de los postres recién horneados. Una cafetería siempre tendría algún dulce para que sus clientes acompañen su bebida, si así lo desearan. Clara no quería ningún postre por el momento, por lo que después de un segundo de retraso, se plantó frente al hombre detrás del mostrador.

—¡Quiero su café más barato! —pidió ella con emoción dejando dinero más que suficiente para diez tazas del café más caro del lugar. El hombre recibió el pago después de que ella le asegurase que el exceso de dinero era para la propina.

«¡Porque la calidad de la bebida en una cafetería no se mide por el sabor de su mejor producto, sino del peor!», pensó ella al momento de sentarse en una de las mesas.

La mesa en la que se sentó estaba al interior del establecimiento, y Clara la eligió por la simple razón de que estaba justo frente al ventanal, dando una vista perfecta de las calles y los pocos transeúntes que pasaban por la acera frente a la cafetería. Por la hora del día, quizá, solo habían dos personas más en solitario tomado café y disfrutando de algún postre al interior del local.

Un ambiente pacífico y relajante, si las tres personas (Clara incluida), pudiesen ignorar las acaloradas discusiones amistosas del grupo de personas que estaban al centro del lugar. Al parecer habían juntado varias mesas para poder sentarse todos juntos. Desde niños, adultos, ancianos y adolescentes, cada uno con un café (preparado al gusto de cada quien) y algún postre, todos hablando de un tema en común: la superheroína Ciel. Eran parte de su Club de Fans, por lo que hablaron de ella con gran emoción.

¡Reencarnada En Miraculous Ladybug! [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora