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Cuando Vulk sacó por fin a las dos humana del agua luego de haberlas asustados hasta que llegaron ese punto, se debatió en que debería hacer.

Su hermano mayor, el Rey Adoth, lo mataría si las dejaba allí y como él era el Representante de las Bestias Terrestres, sabía muy bien el peligro así que se exponían.

No había otra solución, deberá llevarlas a casa y gruñir a cada macho que se les acerque, no es como que fuera común que dos humanas estuvieran en el Reino y más sabiendo los peligros pero al recordar las palabras de la humana, al parecer vinieron exclusivamente por ellos.

— ¿Vulk? — Preguntó su hermano mayor, el Representante de las Bestias Acuáticas, Sven. — ¿Que...? — Su mirada se dirigió en las dos humanas.—  ¡¿Que carajos?!

— Las encontré mientras cazaba para el almuerzo en mí forma de bestia. Las asusté mucho y decidieron saltar al río, cayeron de las cataratas. Llegué un poco tarde pero están vivas.

— ¡Vamos con Kraight! Él puede curarlas.— Dijo tomando a Gabby.— ¿Por qué dos humanas entrarían a la jungla?

— Nos estaban buscando.

— ¿Cómo lo sabes?

— Está pequeña cosita me lo dijo antes de desmayarse— Señaló a Leire.

— ¿No será que nos vinieron a atacar? Odiaría matar a hembras humanas, no saben defenderse.

— Tranquilo, primero vamos a ver qué quieren.

No tardaron mucho en tomar el camino a casa. Había muchas casas donde los machos vivían en privacidad, aunque en la hora del almuerzo todos se juntaban para compartir. No había tantas bestias por lo que había que ser unidos entre si.

— ¿Humanas? —Gruñó Kraton, uno de los principales cazadores.

— ¿Kraight y Adoth están? — Preguntó Vulk gruñendo, dejando en claro que era mejor no mostrar interés.

— Están en la gran casa.

Ambos hermanos se apresuraron para llegar a ellos. Leire se quejaba un poco y eso preocupó a Vulk, la pequeña humana parecía muy indefensa y extrañamente atractiva.

— ¡¿Que esto?!— Gruñó Adoth levantándose bruscamente de la mesa al verlos.

— Kraight, necesitan tu ayuda. Cayeron de una de las cataratas.

— Oh no. Vengan.— Dijo apurado el Representante de las Bestias Voladoras y quién también es el sanador del Reino.

Sven y Vulk las depositaron en las camas de pieles. Kraight se movió rápido y lo que encontró no fue muy bueno: Gabby tenía un pierna rota y a Leire se le había pegado una sanguijuelas que producen toxinas muy peligrosas.

— ¿Que sucedió?— Preguntó Adoth.

— Fue mí culpa.— Dijo el macho azul.— Las asusté mucho pero si no actuaba una serpiente de las rojas las iba a morder. Las asusté tanto que fueron al acantilado y fueron arrastradas por las cataratas.

— Están vivas, eso es bueno.— Dijo el macho con plumas en parte de su cuerpo y ojos de halcón.— Si no las hubieras encontrado hubieran estado expuestas al peligro de la jungla.

— Ellas nos buscaban, hermano.— Dijo Vulk mirando a Adoth.— Necesitan nuestra ayuda.

— De nuevo los humanos queriendo involurarnos en sus problemas. — Gruñó Adoth negando.— Avísame cuando despierten, las llevaremos a casa.

— Tal vez no sea pronto, la toxina es muy fuerte.— Dijo Kraight negando.— La humana de la pierna rota puede irse pero está... — Señaló a Leire.— No.

— Que molestia.— Gruñó Sven.— Buscaré algunas flores acuáticas curativas.

Fue así como el macho con escamas, membranas entre los dedos, aleta en su espalda  y de piel tan pálida con cierto tonos azules que hacía realtar sus ojos rojos salió rápidamente.

Vulk por otro lado, no estaba dispuesto a abandonarlas, se sentía muy mal por ella.Fue muy bruto al intentar protegerlas, la pequeña humana se veía demasiado pálida y eso lo asustó.

— ¿Realmente estará bien?— Preguntó Vulk.

— Tenme fe, hermano. Salvaré a esta humana.— Kraitght le prestó especial atención a Leire mientras la pierna de Gabby para ataba a una tabla.— Es muy bonita.

— Es atractiva. — Admitió el macho color noche.

Kraight hizo un pequeño corte en el cuello de Leire para probar una gota de su sangre, de esa manera sabría qué tan mal estaba.

— Fueron pocas sanguijuelas, su sangre sigue siendo roja, hay apenas una leve coloración verdosa.

— Eso genial.

— Pasado unos días con el calor y con ayuda del medicamento se pondrá mejor, se evaporará las toxinas. La salvaste justo a tiempo Vulk, ¿Te has mojado mucho?

Vulk no era muy amante de mojarse y más con el agua fría, aún sentía en su pelaje azul oscuro un poco de molestia pero las mujeres eran más importante.

— No lo suficiente como para hacerme pasar el susto.

— Ummm. — Kraight usó una de sus garras para romper un poco de tela y mojarla lo suficiente y así ponerla sobre la frente de Leire, ya comenzaba a levantar fiebre.— Como sea... No es bueno que estén aquí...

— Lo mismo pienso. Tendré que advertirle a mi dominio que no se atrevan a alterarlas.

— Todos haremos lo mismo. Lo último que necesitamsos es que los machos se alteren por un coño caliente, por el primer coño caliente en sus vidas. Vivimos muchos años sin mujeres justamente para nuestra paz mental.

— Aunque la temporada de celo es un infierno.— Gruñó Vulk molesto, a veces se volvían muy locos y podían llegar a matarse.

— Un bebé...— Susurró de pronto Leire y ambos machos se exaltaron.— Necesito... Un.. bebé..

—¿Que?— Kraight se acercó más a los labios de Leire para entenderla.

—  Procrear... Draker

Vulk se alejó de inmediato de ella, no entendía porque hablaba de una prole pero de cierta manera le molestó el hecho que pronunciar un nombre masculino, había oído de Draker, el líder del clan del Norte pero lo que sabía es que era un viejo envenenado de poder. ¿Que vínculo tenía con ella?

No será que...

¡Oh mierda! Creo que es la novia de Draker.

—¿Cuál de todas? Ese asqueroso humano es ambicioso en poseer todas las humanas.

—¿Por qué entonces hablaría sobre una prole con Draker?

Kraight se acercó a la pequeña herida aún abierta para poder lamerla y así cerrarla, una de las ventajas de ser una bestia era el hecho de que eran inmune a las enfermedades y su curación era mucho más rápida, especialmente con ayuda de su saliva. Pero en el momento en que su lengua sintió el sabor metálico con más intensidad, con más de una gota en su lengua, todo en él se quedó congelado, no era posible aquello... Pero la naturaleza no podría ser cruel. No lo había sentido la primera vez pero ahora era mucho más fuerte, mucho más definido.

— Creo que... Ella no le pertenece a Draker.

— ¿Entonces?— Preguntó Vulk confundido.

—  Creo... Que es nuestra...

El Reino de las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora