Leire observaba como Torhen miraba a su amiga, realmente el macho parecía muy enamorado lo que le parecería loco pero recordando la actitud cariñosa de Adoth, no le costaba nada en comprender a Gabby.
— ¿Puedo ayudar en algo? — Dijo Leire quitando la mirada de la pareja y dejándola sobre Vulk.
— No creer que...
— Vamos, puedo ayudar a repartir la comida o cortar los alimentos.— Dijo molesta y Vulk Suspiró cansado pero finalmente asintió, solo esperaba que su hermano no la vea haciendo trabajos o se pondría molesto.
— Ven.— Dijo tímidamente y la llevó a una larga mesa donde estaban toda la comida y se encontraba un grupo de machos cortando y separando frutas, otro grupo llevaba los platos y otro grupo cocinaba la carne.— Ellos son los que organizan la comida esta semana.
— Mi Reina.— Gruñeron los machos haciendo una leve reverencia con la cabeza ante ellos.
— Leire quiere ayudar.— Comunicó Vulk y los machos se miraron con desconfianza.
—¿Qué sucede?— Preguntó Leire cansada de tantas dudas.
— Es solo que... El Rey poder tomar a mal.— Contestó un joven macho.
— El Rey tiene que aprender que el hecho que sea una humana no significa que sea una muñequita frágil y que si me quieren mantener con él tendrá que respetar mis decisiones así como ustedes.
— Vaya.— Dijo alguien detrás de ella y Leire lo reconoció de inmediato.— Y yo que creía que te gustaba que te mimaran mi Reina o eso me pareció hace un rato.
Leire se giró y lo fulminó con la mirada. Adoth sostenía lo que parecía ser un ciervo y tenía pegada a su cara un sonrisa arrogante. Por muy molesta que estuviera no podía negar lo sexy que era.
— Nunca dije que no me gustará que me mimaran pero también me gustaría ser útil.
— Esa es mi chica.— Sonrió aún más el Rey de las Bestias y miró a las demás bestias.— Déjenla hacer la tarea que ella quiera, aunque preferiria que te mantuvieras lejos de los cuchillo, amor.
— Sé usar un cuchillo, no me voy a lastimar.— Se cruzó de brazos molesta por la sobreprotección.
— Nunca dije que era por ti, más bien es por cualquiera que te pueda hacer enojar, en especial por mi. Solo el Cielo sabe que tan peligrosa puedes ser.— Dijo afligido y los machos la miraron aterrados. — Enseguida vuelvo princesa, dejaré esto en el fuego y vuelvo contigo. Vulk.— Llamó a su hermano menor y este lo miró.— Buen trabajo.
Leire podía ver cómo el pecho de Vulk se expandía con orgullo, al parecer le importaba mucho lo que su hermano mayor pensara de él, eso le pareció demasiado tierno y adorable, parecía un niño pequeño en busca de la aprobación de su padre.
— Espera.— Dijo Leire cuando Adoth empezaba a retomar su camino.
— ¿Si, cariño?
Leire se acercó importándole poco al animal muerto que colgaba sobre los hombros de la bestia, tuvo que ponerse de puntas de pie para finalmente alcanzarlo y... ¡Si! Pudo besarlo. Claro que Adoth se sorprendió mucho pero le respondió con entusiasmo, incluso mucho más del que Leire había creído. Para cuándo la soltó, Leire estaba algo mareada pero muy feliz de sentir la calidez del macho, el cual parecía mucho más feliz que ella.
— Nos vemos luego, amor. En el desayuno.
Había una segunda sugerencia en eso, sin dudas, nadie lo habría notado si no veían el brillo pícaro en su mirada y el leve levantamiento bajó su taparrabos. Al parecer el Rey no quería desayunar frutas, lo único que quería desayunar era carnes, específicamente las de ella. Ese pensamiento la sonrojó, lo bueno es que el macho ya se había alejado o de lo contrario solo el Cielo sabía cómo la iba a molestar con sus bromas.
— Mi Reina.— Dijo una de las bestias detrás de ella.— ¿Qué desea hacer?
— Déjenme ayudarle a separar las frutas, al parecer su amigo se ve frustrado de hacerlo solo.— Le sonrió a la bestia más joven, el cual parecía aburrido de separar la frutas y no lo culpaba realmente.
Se acercó a ellos y comenzó a ayudar a la bestia que se llamaba Sphine, era un joven macho agradable, el más joven del Reino al parecer, lo que la sorprendió. Ella entabló conversación con los machos que le contaban como eran sus vidas en la jungla y que tan diferente eran de la civilización humana. Sin embargo, en el momento en que se dió cuenta vio a Vulk pelando ciertas frutas con aura un poco triste, no lo entendió pero no quiso preguntar.
— Me gusta la organización con la que manejan— Dijo Leire y un macho, Rutter, asintió.
— La antigua Reina lo establecer o esto sería un... De... De...— Gruñó frustrado por no saber pronunciar.
— Desastre.— Dijo Vulk y Rutter asintió.
— Eso: un desastre.
— Debió ser muy inteligente.— Le sonrió Leire a Vulk pero este solo asintió.
— ¡Vulk!— Dijo alguien detrás de él y Leire lo recordaba levemente, no fue hasta que se concentró y vio a Tavros. — Tenemos un problema, dos de tus cazadores están desaparecidos.
—¡¿Que?!— Se levantó furioso.— ¿Qué sucedió?
Entonces Leire los escuchó hablar en su idioma y ya no entendió nada, sin embargo, él lenguaje corporal de Vulk le dijo que algo muy malo estaba pasando y no pudo evitar sentir preocupación.
—¡Es una locura!— Gruñó Rutter de repente.
—¿Qué sucede?— Preguntó finalmente y los machos la miraron.
— Nada importante.— Dijo Vulk molesto.— Solo se perder n unos cazadores, yo ir por ellos. Tavros se quedar en mi lugar.
— Vulk, piensa de nuevo hermano.— Dijo Tavros mirándolo suplicante.
— Estaré bien, quédate con ella.
Y entonces le dio a Leire una última mirada con esperanzas que luego se apagó y se convirtió en una mirada triste antes de darse la vuelta e irse. Leire no entendía nada pero al ver el lenguaje corporal de los machos, parecía que había un asunto muy mal entre manos.
Entonces lo sintió por primera vez, estaba ahí tomando fuertemente todo de ella: su preocupación por Vulk.Vuelve por favor Vulk, vuelve.
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El Reino de las Bestias
RandomLa Tierra fue azotada por una tormenta radioactiva que poco a poco fue destruyendo la sociedad, enfermedades que llevaban a la muerte fueron las principales causas de está desaparición. Pero no desaparecieron todos... Los hombres fueron los más afec...