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Leire suspiró mientras se slisaba el vestido, había intentado peinarse pero no había tenido éxito y terminó por abandonar la idea, no quería demorar más de lo que ya lo estaba haciendo.

—  Leire. —  Dijo una voz sumisa y suave detrás de ella. Leire se giró y se encontró con Vulk, quien no se atrevía a levantar la vista del suelo, eso la hizo sentir incómoda. — ¿Estás lista?

— Si...

— Acompáñame entonces.— Dijo en casi un Susurro.

Leire no dijo nada mientras caminaba hacia él. Sin embargo, en cuanto massé acercaba, podía ver cómo las fosas nasales de Vulk se abrían mucho absorbiendo su aroma. Lo escuchó susurrar algo que por supuesto no entendio.

El camino fue silencioso, ninguno dijo nada. Leire estaba nerviosa ante la presencia de un tan callado  Vulk. Si, no tuvieron el mejor comienzo pero dada la situación tal vez deberían... ¿Ser amigos?

— ¿Cómo son los desayunos aquí? En mi clan los desayunos son en cada uno en su casa aunque se reparte semanalmente la comida.

— Nosotros... Cazamos en primeras horas de la mañana para el desayuno, almuerzo y cena. El escuadrón de Kraight se encarga de recolectar frutas y algunas hierbas. El escuadrón de Sven trae el agua y el escuadrón de Tavros se encarga de cocinar.

— Todo de acuerdo a su elemento ¿Verdad?

— Si.

— ¿Y que hace Adoth?— Preguntó Leire sonriendo al pronunciarse nombre que aceleraba su corazón.— ¿Él solo se sienta y ya?

— Adoth generalmente está arreglando problemas, organizando a los escuadrones y muchas veces ayuda a servir la comida. Entiendo que los líderes humanos generalmente esperan a ser servidos, en nuestro reino no es así... Somos iguales. Adoth tiene el papel de estar en todo.

— Suena...agotador.— Pensó intimidada.

— Lo es, por eso lo ayudar... Ayudamos.— Se corrigió y Leire le sonrió.

— Tu idioma humano es muy bueno.

Vulk se sorprendió y por primera vez desde que la fue a buscar a la cueva la miró emocionado. Tal vez él problema real era ella, admitía que fue ella quien lo juzgó mal pero aún se sentía asustada por el suceso de las cataratas.

— Gracias. Mi madre nos lo enseño cuando éramos unas crías, no lo usamos mucho por lo que olvidamos muchas palabras.

— Lo hacen bastante bien de todas formas. Pero su idioma es... Complicado.

— Supongo que te verías tierna y grraciosa gruñendo como nosotros. — Vulk le regaló una sonrisa sincera, lo que la perturbó un poco.

Leire solo le dió una tindis sonrisa y siguieron su camino en silencio. El lugar era tan exótico y hermoso en todo su trayecto, no había nada le pareciera desagradable.

—¿Ven? Si rompen las cáscaras de esta manera se conserva la semilla.

Leire paró en ese momento al reconocer la voz de su amiga, había un montón de bestias reunidas en un mesa y suponía que Gabby les estaba enseñando algo ya que no la veía pero si la escuchaba.

— ¡Es Gabby!

Leire no perdió el tiempo antes de casi correr a ella. La extrañaba mucho, quería abrazarla y pedirle perdón por haberla obligado a venir con ella donde casi murieron y ahora están en este loco lugar. ¡Dios! Gabby había tenido razón todo el tiempo, esto era más peligroso que enfrentarse al enfermo abusador.

—¡GABBY!— Gritó tratando llegar a ella pero los machos no se movían.— ¡Oigan déjenme pasar!

Entonces llegó Vulk a su lado e hizo algo que le sorprendió: el macho rugió muy fuerte y todas las bestias se apartaron en un segundo sin mirarlo, dejando libre el camino de Leire hacia su amiga.

— Gracias.— Dijo tímidamente Leire antes de correr a Gabby que se veía muy sorprendida.—¡Gabby!

En el momento en que la abrazó sintió el alivio llenarla, su amiga estaba bien y sana pero tardó en corresponderle el abrazo lo que le pareció raro.

—¿Que pasa? ¿estás bien?

— Claro que estoy bien, solo sorprendida... Pensé que estabas molesta conmigo.— Dijo apenada.

—¿Por qué lo estaría? ¿No deberías estar ti enojada conmigo? Te obligue a venir y casi morimos.

— Si bueno, puede que llegar aquí no haya sido facil pero que te puedo decir...— Miró al macho a su lado.— Vinimos buscando cobre y encontré oro.

— Oh... Ya recuerdo...— Leire miró al macho con desconfianza.— Eres el de la cueva ¿No?

— Si, mi Reina Leire, soy Torhen pareja de Gabby.

— ¿Pareja de...?— Leire miró inquisitivamente a Gabby.— ¿Tu pareja?

— Y lo está diciendo de forma suave para que no te desmaye. El término correcto sería "esposa", "compañera" o "su mujer".

— Creo que me va a dar un algo.— Dijo sujetandose se la mesa.

— No le veo el problema.

— ¿Si sabes que nunca podrás volver a casa? ¿Que no volverás a ver a tu madre? Vas a estar aquí para siempre con él, hasta que te mueras.

— Y es todo lo que quiero.— Gabby tomó su mano con cuidado.— Escucha, es triste el hecho que no vuelva a ver a mi madre o que no vuelva a ver a nuestras amigas pero lo amo y si me voy, si no lo tengo a mi lado solo... Tírame de nuevo a las cataratas mil veces hasta que me muera porque sin él no tendré voluntad de vivir. Así funciona esto, así funcio a su mundo y lo entenderías si te emparejaras
con una bestia. Leire, sé que no estás de acuerdo pero soy feliz con mi Torhen.

Leire cerró los ojos y luego desvío la mirada. Es cierto que independientemente de lo que ella opine, Gabby tiene todo derecho de tomar está decisión pero eso significaria que la extrañaría y mucho.

Si, Leire estaba considerando irse tan pronto pueda. Bueno, aún no tomaba una decisión pero el que Gabby se quedará inclinaba la balanza a favor de Adoth y Sven.

— ¿Estás segura?— Le volvió a preguntar y Gabby solo le sonrió tranquilamente pero de forma sincera.

— Muy, muy segura. Si me voy será con Torhen y si me quedo será con Torhen. No lo voy a dejar nunca.

Leire sintió y miró a la bestia, honestamente no entendía que le veía al macho, no era tan sexy como las cinco bestias que la habían...

¡Para Leire! ¡¿que es eso de comparar machos?!

— ¿Y tú la amas?— Preguntó a la bestia que solo había guardado silencio.

— Con todo lo que soy y más.

—¿La cuidaras?— Leire recibió un gruñido ofendido por parte de Torhen pero no inmutó.

— Siempre.

— Espero hechos y no palabras, confiaré en ti para que cuides a mi amiga pero si algo le pasa o la haces llorar de tristeza, encontrarás tu cabeza en una estaca. ¿Entendido?

— No será necesario pero entendido, majestad.

Tendré que acostumbrarme a que me digan así...

El Reino de las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora