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Emmanuel solo quería salir huyendo de ahí, decir que estaba súper arrepentido de no haber huido en vez de quedarse como bobo observando aquellos ojos azules grisáceos tan hermosos como peligrosos. La joven frente a él a simple vista podía decirse que era hermosa e inofensiva pero la verdad era que resultaba ser todo lo contrario, un demonio con cara de ángel, eso era ella.
-¿Por qué quieres lastimarme? No te hice ningún daño -La incredulidad resaltaban en sus ojos, los cuales ya estaban cristalizados. Sentía ganas de llorar por el temor de morir.
Arlet lo observó unos segundos, suspiró y rodó los ojos.
-Solo se que... -Se sentó en sus piernas -Tengo ganas de matarte, y para mi es suficiente razón.
-No... -Más nervioso empezó a sentirse -Por favor, libérame.
-No lo haré, cállate.
Empezaba a sentirse frustrada, la repentina aparición de sus voces, la ansiedad y las ganas de matar. Un repentino dolor intenso la hizo cerrar los ojos con fuerza.
-Ahg -Gritó frustrada, se agarró la cabeza con fuerza -Maldición, cállense ustedes también.
Emmanuel la observó con extrañeza.
-¿Estás bien? -Susurró algo inseguro.
Ella no respondió, solo se quedó de igual forma hasta unos minutos. Luego alzó la mirada, chocó de golpe con unos ojos dorados que analizaban todo lo que ocurría con mucho placer.
-¿Que haces? Lárgate antes que te mate -Advirtió.
Una sonrisa mezquina adornó el rostro del hombre, y su hoyuelo se marcó en su mejilla.
-Princess debes calmarte -Había un tono burlesco en su hablar -No viene a cuidarte, ahora soy niñero de alguien más -Arlet le lanzo una mirada llena de odio- así que entrégame a tu nuevo juguete.
Ella se puso de pie.
"Es nuestro, de nadie más"
Se acercó con seguridad hasta el hombre, este la observaba con burla.
-Tocas aunque sea un solo cabello de este chico y voy a torturarte de la peor manera, Ramfiis -Amenazó.
Al escucharla una sonora carcajada salió de los labios del nombrado. Más irritada y furiosa Arlet quiso clavar el cuchillo en su abdomen, cosa que no logro ya que en un rápido movimiento él le quitó el arma para lanzarla lejos y luego tomarla del cuello.
-A ver, princesita. Te falta mucho que aprender para intentar aunque sea tocarme un pelo.
Fue el turno de Arlet para reír.
-¿De verdad? -Sacó la pequeña navaja que tenía bajo su poloche y la calvo su pierna.
Ramfis no se inmutó, ni siquiera soltó un gemido lastimero, no mostró dolor porque pocas veces lo sentía. Solo procedió a sostenerla más fuerte del cuello.
