|•Capítulo 8: Llévame al pecado🥀|

534 42 2
                                    

Una mueca de desagrado se formó en los labios de la chica de cabello blanco ante la escena.

-Esto es desagradable -Comentó interrumpiendo el momento.

Jano posó su mirada severa en Arlet sin soltar la cara de Sofía.

-Puedes irte de mi casa si te molesta.

Ante lo dicho la joven rodó los ojos y se mantuvo callada, el pelinegro se concentró nuevamente en la rubia frente a él. Ella estaba roja de la vergüenza, iba a besarla nuevamente pero ella se lo impidió colocando sus manos en el pecho de él para apartarlo suavemente.

Jano suspiró y miró más detalladamente a la rubia, su seño se frunció, no tenia puesta la ropa que él le había comprado, si no, los trapos de Arlet.

Cerró sus ojos por unos breves segundos, contó mentalmente para calmarse y no sacar a patadas a la joven de cabello blanco.

-Harapienta drogadicta -Le lanzó una mirada airada - ¿Por qué coños Sofía está usando tus trapos y no la ropa que le he comprado?.

-¿Trapos? -Ironizó la ojigris -Mi ropa vale más que todas las prendas de cuero que compraste.

-¿Que dices harapienta? -arrugó su entrecejo.

-Lo que escuchaste obseso maldito.

Jano gruñó, estaba perdiendo la poca paciencia que poseía. Sofía al ver su enfado se interpuso entre ambos, el pelinegro miraba con todo el odio del mundo a la pelo blanco mientras ella sonreía ladina.

-Yo le dije que me prestara algo de ropa -La dulce voz de Sofía llamó toda la atención de Jano, sus ojos increíblemente oceánicos se posan en la angelical rubia -No me sentía cómoda con la que me compraste, están muy cortas.

Él suspiró y suavizó su semblante.

-¿Y te sientes mejor con esos trapos?.

-No son trapos, y si, me siento más cómoda. No insultes a Arlet solo me hizo el favor de prestarme su ropa.

Jano pasó la mano por su cara en muestra de frustración.

-Esta bien, iremos a comprarte otro tipo de ropa que te parezca cómoda -Sofía sonrió- Pero no de este tipo -Señaló con su dedo la vestimenta de la chica de cabello blanco y luego la de ella.

Arlet rodó los ojos mientras Sofía sintió.

-¿Has comido algo luego del desayuno?

-No -La rubia negó- No me ha dado hambre.

-A mi tampoco, gracias por preguntar hermano -Ironizó Arlet.

Jano miró por el rabillo a la joven de cabello blanco, al parecer quería ser estrangulada.

-¿Me puedes hacer el favor de largarte? Tus niñeros están esperando afuera.

Arlet bufó.

-Okey, luego no me estes buscando -Miro a Sofía por unos segundos- Si este animal pierde los estribos, me llamas y yo vengo a castrarlo -Sacó un celular de su pantalón ancho de color negro y se lo tendió.

La rubia lo tomó y Jano le dio un leve empujón en la espalda a Arlet para que se marchara, ella le mostró su dedo corazón para luego salir.

Sofía y Jano estuvieron unos segundos observándose en silencio, la ojiverde movía sus pies con nerviosismo ante la intensa mirada del ojiazul.

-Haha... ¿y tu, comiste algo? -Sofía trato de disipar el silencio.

-No, la verdad es que estoy hambriento- Paso la lengua por sus labios y la sujetó de la muñeca- Vamos, acompáñame a preparar algo para el almuerzo.

Llévame al PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora