|•Capítulo 18: Llévame al pecado🥀|

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Como había ordenado el hospital estaba sin seguridad alguna y al entrar al establecimiento noto que las cámaras que observaba no estaban emitiendo ninguna luz que indicara que estaban encendidas. Se dispuso a ir hacia la recepcionista con confianza.

-Buenos días ¿En qué habitación está el señor William Callister?

-Buen día ¿Qué tipo de parentesco tiene con el señor?

-Soy su sobrino- contesta sin inmutarse.

La mujer le pide una identificación, por lo que no le queda de otra que entregar su verdadera documentación para que le crea.

-Está en el tercer piso, habitación 208.

-Gracias- sonríe con hipocresía y guardando en su bolsillo la identificación camina hacia el elevador.

Una enfermera arreglando su cabello en el espejo le sonríe al tocar el botón del piso correspondiente. Jano ignora su presencia y se limita a observar su reflejo, en donde observa a un ente oscuro saliendo de su cuerpo, flota hasta la chica y toca su cabello.

"¿Emocionado por el reencuentro?"

-No molestes- susurra moviendo su pie de manera inquieta.

"Es rubia como Sofía...aunque es más sexy ¿Qué tal si la tomas aquí mismo?"

-Que te largues- mira en dirección a la chica, la cual lo miraba con extrañeza.

-¿Perdón?- frunce el ceño sin entender.

Él niega al mismo tiempo que las puertas se abren y rápidamente sale del elevador caminando agitado. Decide ir por la derecha, observa con detenimiento las personas en espera y doctores o enfermeros caminando de aquí para allá sin percatarse de su presencia hasta que llega a la dichosa habitación.
Sin tocar entra. Hay una mujer de bata blanca revisando el ritmo cardíaco al canoso y robusto hombre que había arruinado la infancia y gran parte de la vida de Jano, el hospitalizado está con los ojos cerrados pero, según lo que indican las máquinas, está estable.

-Hola- saluda mirándolo fijo.

-Buenos días ¿Usted es con quién hablé por teléfono hace unos días? Soy...- sonríe la mujer e intenta presentarse, pero es interrumpida.

-Paula, la médica cabecera de mi tío- repite lo que ella dijo la primera vez que hablaron.

-Exacto.

-¿Está sedado?- pregunta apretando las correas de su mochila.

-Solo un poco, hemos tenido que suministrarle morfina por el aumento del dolor.

-¿Tuvo alguna mejoría?

-No...- suspira la profesional y se acerca a dónde está él.

-¿Cuánto tiempo de vida estiman que le queda?

-No estamos seguros, pero no mucho.

-¿Puede dejarnos solos por favor?- sonríe con simpatía.

-Por supuesto- y sin objeciones camina hacia la puerta, pero antes de irse se gira nuevamente -¿Qué le hizo querer venir después de todo?

-Mi novia me convenció- contesta simple. La doctora sonríe y por fin los deja solos.

Aprovechando que el mayor aún duerme Jano deja la mochila en el sofá junto a la camilla. Del bolsillo saca una jeringa sin usar y un pequeño frasco con un líquido transparente en su interior, el cual prepara, se coloca unos guantes de látex y suministra la sustancia en el suero.

-Despierta anciano- golpea la cabeza de él con su dedo índice.

Mientras William comienza a volver en sí Jano arrojaba al sesto de basura la jeringa y los guantes, el frasco lo devolvió a la mochila y tomó asiento mirando con una sonrisa malévola al hombre frente a él.

Llévame al PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora