|•Capítulo 10: Llévame al pecado🥀|

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Una resplandeciente sonrisa adornaba el rostro de la rubia mientras caminaba hacia el auto detrás del pelinegro quien tenía su teléfono en mano

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Una resplandeciente sonrisa adornaba el rostro de la rubia mientras caminaba hacia el auto detrás del pelinegro quien tenía su teléfono en mano.

Jano se detuvo frente a la jeep, al abrir la puerta su seño se frunció totalmente ya que como si fuese una chimenea el humo empezó a salir, nublando la vista.

No pudo ver con claridad que estaba causando aquello hasta unos segundos; Arlet estaba tirada en los asientos de atrás fumando.
El pelinegro cerró sus ojos y trató de buscar una paz interior que no poseía. Sofía mordió sus labios para contener una pequeña risita, Jano tenía su mandíbula apretada, y estaba contando entre dientes bastante bajo.
La joven de cabello blanco se encontraba bastante relajada, encerrada en su burbuja cuando de repente sintió que la jalaban del pie.

-¿Que coños? -Al abrir los ojos la azulada y rabiosa mirada de Jano fue lo primero que apareció en su campo de visión -Haha... Eres tú molesto, Hola -Sus ojos grisáceos estaban rojos, y una sonrisa risueña bailaba en sus labios -Pensé que no saldrías hasta mañana -Entrecerró sus ojos para mirarlo con atención y luego a la rubia -¿A donde van?.

El pelinegro pensó unos segundos mientras la observaba. Dejarla botada totalmente drogada no era una opción, la peligris se había metido en su sangre- A las malas- pero si, estaba ahí y ya era parte de él.

Le arrebató de marihuana para arrojarlo al suelo y pisarlo. Ella se quejó.

-Arlet -Gruñó Jano entre dientes en forma de advertencia antes de cerrar la puerta.

El dolor de cabeza que sentía eran casi insoportable, pasó su mano por su cabello en forma de frustración antes de posar su azulada mirada en la rubia.

-¿Estás bien?.

Suspiró.

-Nunca lo he estado.

Le abrió la puerta de copiloto para que entrara, luego rodeó el auto para adentrarse él.

Le abrió la puerta de copiloto para que entrara, luego rodeó el auto para adentrarse él

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-Jano- se queja rascando su nuca -Esto me pica ¿es necesario llevarla puesta?

El pelinegro suspiró tratando de tener paciencia y continuó con la vista fija en el camino, entre la rubia quejándose y la peligris inconsciente balbuceando eran casi insoportables.

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