|•Capítulo 34: Llévame al pecado🥀 2/2|

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Los lápices se movían velozmente en las libretas a medida que la charla entre Jano y su psiquiatra avanzaba.

-¿Por quién  elegiste no ser cura?

Se hubiera levantado de aquel sofá si sus piernas tuvieran la energía suficiente para hacerlo, asi que se limitó a señalar en dirección al espejo, es decir, hacia los practicantes y Sofia.

El corazón de Sofía dio un vuelco. Sus manos temblaban por lo que las guardó en su bata blanca y tragó grueso.

-Por él- dijo finalmente -Ese hombre de cabello despeinado, ojos azules, y cabeza trastornada, no podría ser un representante de Dios.

Colin's asintió a la vez que Sofía liberaba discretamente aire de sus pulmones aliviada.

-No ha vuelto a mencionar la chica a la que secuestró desde hace un mes. Antes no dejaba de decir incoherencias y decir que la amaba- comenta Carmen tecleando algo en su computadora.

-¿De ella qué saben?- pregunta Sofia con verdadera curiosidad.

-Solo sabemos que volvió al convento de donde Jano la sacó.

Sofia se siente más cómoda al descubrir que no tienen conocimiento de que estuvo siendo tratada por Fred.

-Y dime ¿Volviste a oír voces en tu cabeza?

Jano finge reflexionar para luego negar. Por supuesto que no las escuchaba, no podía ni siquiera hablar él mismo cuando estaba tan fuertemente dopado en su habitación. En sus momentos de lucidez, los cuales eran muy reducidos, sus demonios interiores le hacían alucinar con Sofia. Incluso cuando llegaba a tener suerte soñaba que la hacía suya una y otra vez. 

Extrañaba de una manera desesperante los gemidos de la rubia.

-¿Te sientes mejor contigo mismo? ¿Has tenido pensamientos  suicidas últimamente?

Pensamientos suicidas jamás había tenido, pero de asesinar a otras personas sí. Y ese mismo momento en que un idiota vestido de blanco lo estaba desafiando a hablar del amor de su vida no era una excepción.

-Estoy muy bien. Solamente me gustaría no sentirme muerto en vida cuando no tengo control de mis extremidades, o cuando despierto de una siesta de veinte días- el tono que utiliza se va volviendo cada vez más duro.

-Chicos, es hora de que el resto del grupo entre- habla el director al abrir la puerta.

Sofía niega, mira como los alumnos comienzan a salir y a despedirse de Carmen.

-Sofía, luego podrás hacer las preguntas que quieras- habla el mayor, insistiendo con la mirada.

Ella suspira y obedece. Jano en paralelo comenzaba a golpear el suelo con su pie de manera inquieta. Su cuerpo le pedía descanso, quería dormir, y eso le enojaba mucho. No tendría otra oportunidad para atacar al idiota que tantos meses le había recetado más y más drogas.

-¿Alguna vez ha sentido que millones de cuchillas le atraviesan el cráneo al mismo tiempo, doc? Por supuesto que no, hombres como usted solo se encargan de mirar con repulsión a personas como yo.

Justo cuando la rubia de tacones lindos atravesaba el marco de la puerta se oyó un sonido de algo golpeando el suelo en seco. Al girarse observó de lejos que el psiquiatra Colin's Denxel se había levantado de su sofá con rapidez y torpeza, por lo que había caído al suelo golpeándose la cabeza. Jano lo miraba sonriente desde su asiento. Hizo el ademán de levantarse también.

-Carajo- gruñó el director corriendo hacia afuera. Debía ingresar por la puerta del otro lado para asegurarse que la situación no se fuera de las manos. Sus ojos viajaron hasta los estantes de medicamentos. Sofía adivinó sus intensiones. Estaba buscando cómo dormir y controlar a Jano.

Llévame al PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora