Capítulo 36

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-¿Te encuentras bien capitana?- me preguntó una de las chicas que hacía de base que se llamaba Amy.

Estaba muy cansada. Ya quedaban pocos días para poder finalizar el ramadán y definitivamente nunca uno se me había hecho tan pensado. Contrario a la creencia de mucha gente no era extremadamente duro pasar ese tiempo de ayuno: comía mucho por la noche y por el día no pasabas prácticamente hambre, sí a lo mejor un poco sed, pero todo soportable.

Sin embargo, este año estaba siendo horrible. Para empezar, se acercaban los exámenes finales así que había decido doblar mis horas en el supermercado para así poder pillar unas vacaciones justo antes de que empiecen los exámenes para estudiar. Era bastante inteligente, pero no hacía milagros y los exámenes del The Athenea High School eran mucho más difíciles que los del promedio estadounidense.

Después estaba el hecho de que no había tenido tiempo para ver a Frederic durante las últimas tres semanas desde que fuimos a visitar a sus abuelos solo nos podíamos ver en los recreos, ni siquiera tenía tiempo para enviarle algún mensaje.

También estaba doblando horas en el coro para perfeccionar nuestra actuación para el concierto de fin de curso y los de la asociación de estudiantes estaban revolucionados por la llegada del baile de fin de curso para el cual solo quedaba un mes o menos.

Ya habíamos estado practicando una hora y ahora nos tocaba salir a animar al equipo de baloncesto que hoy tenía partido, estaba agotada y lo peor es que hacía muchísimo calor, y tan solo estábamos a mediados de mayo.

-Sí- le respondí forzando una sonrisa que esperaba que saliese natural.

-¿Estás segura? Es que luces un poco pálida- me dijo.

Dio una vuelta sobre misma.

-Lo que estoy es emocionada Amy, hoy es un partido muy importante- le aseguré.

Hoy los del equipo de baloncesto se enfrentaban a una escuela la cual era algo así como nuestra rival ya que o ganábamos nosotros la liga o la ganaban ellos. Además de que el capitán del otro equipo era bastante cerdo, había acosado sexualmente alguna que otra animadora y tenía fama de ser muy bruto en la cancha algo que me preocupaba bastante porque Frederic era bastante bueno y sobre todo noble y él nunca hacía trampas, no quería que el capullo ese que se llamaba creo que Russel le hiciese daño.

Amy seguía sin lucir muy convencida así que tenía desviar la atención de mí.

-Tienes desatada la zapatilla derecha- le dije cosa que era cierta.

Me fui de allí sutilmente mientras Amy se ataba su zapatilla. Alisé mi falda de animadora y me enjuagué un poco la boca con agua para aliviar levemente mi sed y mi mareo.

-Chicas hay que salir ahora- nos avisó la entrenadora indicándonos que era el descanso.

Agarré mis pompones negros y salí a la cancha con el resto del equipo de animadoras. Entre la grada vi a Florence y a mi hermano Mohammed, aunque Florence había avanzado en su lucha contra la depresión y la anorexia, era una batalla larga y me morí de pena al ver en sus ojos la tristeza de no estar junto al resto del equipo.

-Chicas en posición- ordené.

La música empezó a salir por los altavoces y todas empezamos la coreografía que habíamos ensayado miles de veces. Yo era la capitana y la flyer del equipo así que me dedicaba buen parte del baile a hacer diferentes piruetas y sobre todo saltos.

Terminé de hacer un par de pasos de baile y me dirigí hacia atrás para que me lanzasen al aire con fuerza e hiciese una voltereta. Pero estaba tan cansada, cada paso me costaba más y los párpados me pesaban más, no estoy segura de si llegué a donde estaban mis compañeras solo recuerdo por fin poder cerrar mis párpados y que todo se volviese negro.

FREDRERIC'POV

A lo largo de toda mi vida, no me he de esconder, ha habido momentos en los que he pasado miedo. Recuerdo todas esas veces en las que Aria no se podía levantar de la cama o vomitaba después de recibir la quimioterapia, recuerdo cuando me rompí un brazo al caerme por las escaleras y cuando me perdí en la ciudad de Nueva York.

Pero todo era poco, comparado al terror que pasé cuando vi a Diala desplomarse sobre la cancha a mitad de la coreografía de las animadoras. Últimamente estaba muy cansada y ya me había parecido verla un poco pálida al salir junto al resto, pero le había quitado importancia.

En el mismo momento en el que sus rodillas se flexionaron salí ya corriendo hacia ella desde el banco en el que estábamos todos los del equipo de baloncesto descansando.

-Diala- grité.

Todo el mundo entró en pánico, las animadoras se movían descoordinadas sin saber muy bien, los médicos de urgencias que siempre estaban en las esquinas salieron también corriendo a socorrerla, todo el mundo se movía de un lado sin saber muy bien que hacer.

Fui el primero en llegar, empecé todo el procedimiento de primeros auxilios.

-Diala- le llamé mientras le daba leves golpes en la cara para ver si se despertaba.

Su pecho se movía por lo que respiraba. Los médicos traían una camilla, con cuidado la levanté del suelo intentando no mover mucho su cuerpo y la llevé junto a la camilla donde los médicos la ataron mientras corrían hacia la enfermería del instituto.

-El partido se da por cancelado- anunció el árbitro- Todos a sus casas.

Mohammed que había venido a ver el partido estaba que echaba fuego.

-Soy su hermano mayor- le gritó al director el cual no le dejaba pasar para llegar a la enfermería- Pienso denunciar al centro sino me dejan ver a mi hermana ahora mismo.

Aparecí detrás de él.

-Señor director, me gustaría ver como se encuentra mi novia y a Mohammed le gustaría ver a su hermana la cual se acaba de desmayar. Me parece que nuestra petición es bastante comprensible y fácil de cumplir- le dije sonriendo.

El director se frotó su frente oscura estresado y suspiró.

-Espero no arrepentirme de esto- dijo mientras nos dejaba pasar por la puerta- Creo señor King que usted podrá llevar al señor Alabi a la enfermería.

Con un pequeño asentimiento como muestra de agradecimiento salimos Mohammed y yo disparados hacia la enfermería. Después de recorrer varios pasillos y subir unas escaleras encontramos la sala en la que ponía Enfermería en el cristal de la puerta.

Aunque yo iba a tocar la puerta educadamente Mohammed entró sin preguntar antes de que pudiese frenarlo.

-Diala- la llamó casi gritando.

En seguida la señorita Clark le puso la mano en la boca para callarlo y lo sacó fuera enfadada.

-Diala se ha desmayado por la falta de descanso y la sobrecarga, ahora está durmiendo así que no voy a permitir que alguien interrumpa su tan merecido descanso- aseguró colocando sus manos sobre sus caderas cabreada e indignada.

-Mohammed- comencé- Necesito hacerte una propuesta.

Se giró hacia mí con una ceja alzada.

-Sé que es difícil para vosotros, pero creo queremos todos lo mejor para Diala, y eso es que deje de trabajar. Le pagan una miseria, yo podría daros ese dinero- le aseguré.

-Sé que en un primer momento lo único que quieres hacer es decir que no, pero mira a donde te ha llevado eso. Es el coste que paga Diala por intentar ser perfecta para todo el mundo. Tú la quieres al igual que yo, espero que los dos podáis tragaros vuestro orgullo por una causa mayor- le pedí.

Miró a la puerta de la enfermería pensando en su hermana pequeña.

-Se pondrá bien- le dije.

-Lo sé, Diala es fuerte- me respondió- Te devolveré el dinero como si tardo 100 años.

Sonreí.

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El Chico más Popular: Mi Novio Falso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora