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Los viernes por la noche eran de los días más ocupados, te encontrabas con toda clase de tipos. Desde universitarios curiosos hasta empresarios infieles y, que no habían salido del closet. Jason amaba los viernes, había más propinas, los clientes siempre estaban invitándole cocteles caros y además, si había suerte, podía irse con algún extraño atractivo para pasar la noche.

El club rebosaba de energía los viernes, hacia el ambiente mucho más divertido para exhibirse semidesnudo sobre una mesa, todo, mientras varios pares de ojos lo veían embelesados mientras movía sus caderas al compás de la música.

Por supuesto, no siempre las cosas eran color de rosa. Había ciertos hombres desagradables que intentaban ir más allá de los límites de los strippers, querían poner sus grasientas manos en los cuerpos de los jovencitos (porque si, la mayoría de los bailarines no tenía edad ni para beber), por suerte estaban los chicos de seguridad, eran todo músculo y miradas amenazantes, solo una advertencia de alguno de ellos era suficiente para ahuyentar a los pervertidos, cosa que todos los bailarines agradecían. Claro que siempre había un rezagado que necesitaba más de una advertencia, cuando las cosas se ponían físicas, era ahí cuando entraba Hetfield. Un rubio que casi llegaba a los 1,90 de estatura, brazos anchos con un montón de tatuajes y una mirada azul que podría matarte. Era el sueño húmedo de casi todos los bailarines, aunque muy pocos se atrevían a acercarse para coquetear, era un tipo demasiado intimidante.

Ese viernes, precisamente, Jason estaba bailando sobre el regazo de un tipo. Las reglas en City Boyz eran simples: Uno, no seas un idiota y deja buena propina, dos, no traigas alcohol de afuera, no seas tacaño, y tres, por ningún motivo, ni aunque tengas a uno de los chicos encima, le puede poner una mano encima. Por desgracia para el tipo, parece que no entendió la última regla.

- Wow, tranquilo cielo, manos quietas - advirtió Jason intentando no verse incómodo. Pero al tipo pareció no gustarle la reprimenda.

De hecho, se molestó tanto, que le dio una fuerte bofetada en la mejilla al castaño, quien cayó al suelo. Gran error, de inmediato llegaron dos guardias, uno de ellos era James, quien rápidamente saco al cerdo que se había atrevido a golpear a uno de los chicos. Tan pronto el bastardo estuvo fuera, el rubio llevo a Newsted a los camerinos, él también era quien hacía de enfermero en el club, según decían, había sido paramédico antes de ser uno de los gorilas de City Boyz.

El ojiazul tomo el botiquín que estaba en uno de los estantes y con cuidado comenzó a tratar el área afectada, era cuidadoso con su toque, nada parecido al exterior duro que siempre mostraba.

- Tendrás que cubrir eso, dejara un moretón - era la primera vez que Jason lo escuchaba hablar, tenía una voz sexy, casi coincidía con la voz que imaginaba en sus fantasías.

- Claro.

- ¿Te hizo daño en algún otro lugar?

- No lo creo, aunque creo que debería tomar mi descanso ahora ¿me acompañarías?

Una de las cejas de James se alzó, no parecía molesto, de hecho, se veía un poco divertido; asintió y abrió el paso para salir al callejón. Era el lugar predestinado para todos los empleados si querían salir un momento del ruido allí adentro, el suelo estaba lleno de colillas de cigarrillo y botellas rotas. En la intemperie del lugar hacia un frio de muerte, el invierno había llegado con toda su furia a la ciudad y Jason que estaba encantado con el rubio, había olvidado su abrigo, por lo que ahora estaba solo en sus pequeños shorts brillantes. El viento corto su piel como dagas y se estremeció de pies a cabeza, Hetfield, siempre con su mirada acusadora rodó los ojos y se quitó la chaqueta enorme que llevaba sobre si para ofrecerla al ruloso quien la tomo con sincero agradecimiento.

Apenas eran las dos de la madrugada y este hombre ya lo había salvado dos veces. El abrigo aún conservaba el calor corporal del otro, se sintió bien usarlo. Hetfield se recostó contra la pared, saco el pequeño tubito de nicotina y lo encendió, miro de reojo al ojigris y le ofreció uno, pero este negó, no era lo suyo. Se quedaron en silencio, solo viendo hacia el cielo oscuro.

- Gracias, por lo de adentro y por el abrigo.

- Si, ni lo menciones, después de todo es mi trabajo.

De nuevo, silencio. Ninguno tenía intención de entablar conversación, así que estuvieron en el sucio callejón hasta que Hetfield termino su cigarro y lanzo lo restante al suelo, en un mutuo acuerdo silencioso, ambos entraron de nuevo al club. Jason entrego el abrigo y le dio al otro una sonrisa de agradecimiento, James le sonrió de lado y salió del camerino. El castaño se miró al espejo, podía ver como un morado se iba formando en su pómulo, genial, pensó, debería pedirle a su hermana que le cubriera eso para mañana por la noche cuando debiera volver al club.

Suspiro, lo noche no había acabado, debía trabajar.

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Entonces, hoy me levante y decidí abrir wattpad y me encuentro con que Until You Realize llegó a las 4K vistas!

Ya hice mi baile de celebración pero pensé que sería un buen momento para publicar esta nueva historia.

Disfrutenla ;)

También hice una pequeña playlist en Spotify para el libro

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También hice una pequeña playlist en Spotify para el libro.

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City Boyz  ♾Jameson♾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora