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Tal como imaginé, la despedida de soltero de mi cuñado fue insoportablemente aburrida

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Tal como imaginé, la despedida de soltero de mi cuñado fue insoportablemente aburrida. Estuve rodeado de diez tipos que interactuaban entre sí, tomaban Macallan, fumaban puros y hablaban de negocios en la sala de la estancia de Cañuelas. Diez tipos que ni siquiera me participaban de sus charlas o sus tragos.

En la otra punta, un grupo de mujeres, sus novias y/o esposas, cuchicheaban sobre qué se pondrían para la ceremonia, los nombres de los diseñadores y las últimas vacaciones en el exterior.

Cuando tocaron las doce y como si me convirtiera en Cenicienta, busqué mi abrigo y me disculpé con los presentes, haciéndole extensivo mi saludo a mi cuñado, quien se había retirado a atender una llamada telefónica minutos atrás.

No toleraba pasar un minuto más.

Hice una parada estratégica en el baño de la primera planta puesto que el de abajo estaba ocupado, cuando unos susurros y gemidos provenientes de uno de los cuartos contiguos llamó mi atención.

Avanzando sin hacer ruido, la puerta entreabierta de esa habitación despertó mi interés voyerista.

Sí, estaba mal espiar, al menos sin ser invitado.

Sí, no era mi estilo sentirme atraído por ese morbo.

Sí, debería haber seguido largo...sin embargo, me paré frente a la hendija libre y miré.

El asco y la decepción subieron por mi garganta en forma de gran bocanada ácida.

Una de las esposas de los amigotes de Pedro estaba chupándosela a mi cuñado, quien estaba sentado en el extremo de la cama con las piernas abiertas, mientras que la rubia de cuerpo esbelto se mantenía de rodillas y con la cara hundida entre los muslos masculinos.

El espanto me mantuvo cautivo de la situación por un segundo, sin saber cómo proceder. ¿Abrir de golpe y hacer una entrada triunfal arruinando el momento?¿Agarrar una de las lámparas Tiffany del corredor y rompérsela en la cabeza al malparido por estar engañando a mi hermana?¿Asesorarme legalmente antes de matarlo con mis propias manos?

Todas las soluciones conducían a una sola cosa: quería que muera.

No obstante, mi lado cauto me dijo que no era la mejor opción, aunque si lo pusiera a votación del público, sería la más elegida sin dudas.

Bajé las escaleras perdiéndome entre el tumulto, el humo y la cháchara. Así como nadie registró mi visita, nadie registró mi salida.

Ahora mismo me pican los dedos alrededor de mi celular. Quiero llamar a mi hermana, impedirle que se case, pero no puedo. Algo me detiene. Le debo lealtad, pero tampoco quiero romper su corazón.

Sé que no lo demuestra, pero Pedro ha sido su pareja por dos años y está ilusionada con su boda a pesar de que no le permiten elegir ni siquiera el color del mantel. Ha entregado las decisiones relevantes del día más importante de su vida a la familia del novio, simplemente porque es una chica desinteresada y odia el conflicto.

"En lo profundo de mi alma" - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora