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Mi hermana y Pedro se unieron oficialmente ante la jueza de paz apenas entraron al salón

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Mi hermana y Pedro se unieron oficialmente ante la jueza de paz apenas entraron al salón. Vanina no firmó muy convencida, pero la decisión estaba tomada. Marisol se convertía en la esposa del acaudalado hijo de una aristocrático matrimonio agrícola.

La fiesta fue realmente un éxito; sobraba comida de primera clase, bebidas de las mejores y la torta era un rascacielos digno del centro porteño.

La música era buena. Un exclusivo y afamado DJ, que obviamente yo no sabía quién era, había sido contratado para animar el evento.

No sé cuáles serían sus honorarios, pero se estaba ganando cada peso. Todos bailaban, incluso, los abuelos del novio. Bea había sido invitada, pero su fractura de cadera la había tenido a maltraer en estos días de humedad y prefirió quedarse en su casa.

Prometí que le llevaría una porción de torta.

Los camareros y camareras iban y venían sin dejar que las bebidas tocaran el fondo de nuestras copas.

Un par de ellas, de hecho, coquetearon conmigo en la mesa. Un extrañamente silencioso Sebastián no insistió en que capturara sus teléfonos. Tampoco lo hizo Dani.

Cuando mis pies comenzaron a doler después de tanto meneo, descoordinado lógicamente, tomé asiento en la mesa de mis amigos. La hija más chica de Sebastián y Daniela dormía en una improvisada cama hecha con dos sillas en tanto que Luna, la mayor, salió disparada con su padre para bailar en la mitad de la pista.

―¿Te sirvo? ―Le ofrecí vino a Dani.

―No, gracias. Estoy con agua.

―¿Tenés que manejar?

―No, todavía no me animé a sacar el registro.

―¿En serio?

―La calle es una locura. Hice el curso de manejo porque Sebas me hinchaba las pelotas. ―Generalmente era ella quien obtenía todo de él. Me abstuve de preguntar cómo había llegado a convencerla de lo contrario.

―Entonces, ¿por qué tomar agua?

Dani me miró con sus grandes ojos verdes. Ni una palabra salió de su boca, pero bastó para que me figurara lo que estaba sucediendo.

―¡No!

―Shhh, Sebas no sabe nada. Quiero que sea una sorpresa.

―Waw...¡felicitaciones!

―Gracias. Hace tres meses dejé los anticonceptivos, pero no se lo hice saber. Hace rato veníamos pensando en agrandar la familia, aunque si fuera por él ya tendríamos como quince críos.

―¿Se vendrá el varón? ―pregunté besándole la mano.

―Ojalá, a los dos nos gustaría.

―Me alegro mucho, me encanta la pareja que forman, la familia que supieron construir a pesar de lo que pasaron.

―Nos amamos demasiado y amamos a nuestras hijas. Esa es la única fórmula. ―afirmó con una amplia sonrisa ― .¿Y vos? Vi cómo mirás a la amiga de tu hermana y también vi que aparecieron juntos en la recepción, apenas unos minutos antes de que caigan los novios. ¿Se perdieron en el camino? ―Entrecerró los ojos con malicia.

"En lo profundo de mi alma" - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora